Razones

Entre Doctrina Monroe y TMEC

Jorge Fernández Menéndez

Le fue bien a la presidenta Sheinbaum en su visita a Washington por motivo del sorteo del próximo mundial de fútbol y como ella dijo ayer es oportuno que el mundial a realizarse el año próximo coincida con la renegociación del TMEC. Todo lo que fortalezca la integración trilateral es y será positivo.

Pero eso también se da en un contexto muy especial. La Casa Blanca dio a conocer su estrategia de seguridad nacional que como uno de sus capítulos fundamentales incluye la reivindicación de la Doctrina Monroe: América para los americanos. En otras palabras: el continente es una zona global que debe quedar bajo el control de la Unión Americana, un continente que, ante el abandono de Washington, sobre todo a partir de los atentados del 2001, ha vivido cada vez más a la penetración china y el alejamiento de Estados Unidos. Eso derivó en gobiernos que siguiendo de una u otra forma el camino del chavismo, del populismo de izquierda, también aceptaron fuertes inversiones chinas, mientras Estados Unidos parecía cada vez más lejano.

Podrá o no gustar el gobierno de Trump, pero lo cierto es que está dispuesto a recuperar la región y en buena medida lo ha hecho, de la mano con el evidente fracaso de los gobiernos de izquierda en toda la región, combinado con el apoyo del trumpismo a los candidatos y partidos cercanos a sus posiciones. El resultado ha sido que hoy casi todo el continente, salvo México, Colombia y Brasil están regresando a regímenes conservadores, con la característica de que tanto el gobierno de Sheinbaum como el del Lula da Silva en Brasil, tienen características especiales. El de Lula da Silva, porque el pragmatismo del viejo líder izquierdista lo lleva a buscar apoyos diversificados apoyado en la enorme potencia que es Brasil en materias primas.

En nuestro caso, el 85 por ciento de nuestro comercio se dirige a la Unión Americana y el grado de integración de nuestras economías, incluyendo Canadá, le dan a las aventuras ideológicas un margen menor de implementación. Si la Doctrina Monroe se convierte en norma para el resto del continente, para México y Canadá se transforma en mucho más: América del Norte es considerada una región interna de la seguridad y la integración económica para Estados Unidos. Podrá haber muchas declaraciones de Trump sobre el futuro del TMEC, pero más allá de la forma que el mismo adopte para el futuro, no puede renunciar a ese mecanismo de integración porque jugaría en contra de su estrategia global, que como vimos, parte de la convicción de competir con China, sacarla lo más posible del continente al tiempo que pondrá distancia también con una Europa que conciben en decadencia.

En ese sentido, el tema del combate al crimen organizado con todas sus variantes, es un capítulo prioritario, como lo especifica el documento de la estrategia de seguridad nacional. Y antes eso tendremos que adaptar nuestra estrategia.

Es verdad que en la Casa Blanca y el Pentágono ven con buenos ojos lo que está haciendo el gabinete de seguridad en México, y que la interlocución es buena. Pero después de lo que ocurra en Venezuela, que de una forma u otra tendrá que terminar con la caída de Nicolás Maduro (sea por negociación o intervención) México tendrá que adoptarse a esa nueva realidad. Hay presiones para que no ocurra así: fue muy claro López Obrador en su vídeo de la semana pasada al respecto, pero con un margen de pragmatismo inevitable, tendremos que establecer los acuerdos que sean necesarios con Washington que no pasan, por lo menos hoy, por una demanda de intervención externa en nuestro temas, sino por estrategias conjuntas en seguridad, inversiones, comercio y estabilidad política, asumiendo además de la seguridad jurídica que EU demanda respecto a sus intereses.

La reunión del viernes es un buen preámbulo para ello. Pero la historia completa está aún por escribirse. Hay mucho que se debe modificar de cara al futuro y los desafíos tanto internos como externos pueden ser enormes, sobre todo porque en Morena no hay unidad al respecto.

Los campesinos tienen razón

Después de la nueva ley de aguas, que concentra la posesión de la misma en el gobierno federal y afecta seriamente a los campesinos y los productores rurales, una de las principales demandas de éstos es la falta de apoyos que reciben, desde el sexenio pasado, en el sector, sobre todo la falta de financiamiento público. Argumentan que nuestro socios comerciales le otorgan al sector apoyos mucho mayores que los que da México y eso nos deja en clara desventaja competitiva. Y tienen razón.

Apenas ayer la Casa Blanca anunció un rescate de 12 mil millones de dólares para los agricultores, el principal granero de voto trumpista, un sector que está cerca de la ruina como consecuencia de la guerra comercial desatada por la administración Trump, y su política de aranceles. El sector rural enfrenta a una grave situación ante la caída de las exportaciones y el encarecimiento de materiales procedentes del extranjero. El paquete de ayuda incluiría 11 mil millones de apoyo en un solo pago bajo un nuevo programa denominado Asistencia para el Puente Agrícola que gestionará el Departamento de Agricultura. Otros mil millones se destinarán para los agricultores pequeños que no puedan acogerse al programa de asistencia. Aquí no terminamos de otorgar ni siquiera un precio de garantía competitivo.

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