¿Por qué la Feria Chiapas?

Juan Pablo Zarate Izquierdo

Cuando el empresario Gerardo Toledo Coutiño se propuso dirigir el patronato de la Feria Chiapas 2025 apenas después del inicio de un nuevo gobierno, no solo estaba pensando en cortar un listón en la inauguración, estaba entendiendo un mensaje político contundente: Chiapas está cambiando.

Las cifras pueden hablar por sí solas: de los 140,000 visitantes del año pasado, este 2025 se esperan superar los 600,000. No es casualidad. El nuevo palenque, el Foro Chiapas ampliado, las instalaciones renovadas y una cartelera con artistas internacionales como Miguel Bosé, Gloria Trevi o el tan esperado concierto del cantante chiapaneco Julión Álvarez, mostraron una inversión seria. Pero hay algo más profundo en juego.

Algunos sociólogos clásicos como Durkheim ya lo entendían hace más de un siglo: las fiestas colectivas no son solo entretenimiento, son la cohesión que mantiene unida a una sociedad. Cuando las familias chiapanecas se reúnen en la feria en la búsqueda de las novedades o cuando visitantes de otros estados llegan a Tuxtla Gutiérrez, se está construyendo algo que los científicos políticos llaman «capital social». Es decir, una red invisible de confianza y conexiones que hace que la comunidad funcione.

Desde luego Habría que comparar la Feria Chiapas con las ferias grandes del país. La Feria de San Marcos en Aguascalientes recibe 8 millones de visitantes, es cierto, pero cobra mucho más caro. La de León presume innovación tecnológica, pero Chiapas apuesta por algo distinto: autenticidad cultural. 

Mientras otras ferias buscan parecer Las Vegas, la Feria Chiapas (lejos del espectáculo y la diversión) celebra lo que somos: un mosaico de culturas indígenas, tradiciones ancestrales y modernidad que conviven. La ceremonia de bendición realizada por autoridades tradicionales de Oxchuc no es folclor turístico, es reconocimiento de nuestras raíces.

Y aquí entra el tema político, Max Weber, uno de los pensadores más importantes sobre el poder, explicaba que los gobiernos necesitan demostrar que pueden gobernar bien. Una feria exitosa es exactamente esa demostración. Cuando se logra que más de 600,000 personas visiten un evento en un estado que hace apenas meses tenía la ciudad con mayor percepción de inseguridad del país (Tapachula), se está probando que la Feria resulta importante para la sociedad.

Los costos de los boletos a un precio accesible o las promociones tampoco son caridad. Son parte de una política redistributiva, como lo planteaba John Rawls, pues decía que una sociedad justa debe dar oportunidades especiales a quienes menos tienen. Hacer accesible un concierto de Julión Álvarez, Gloria Trevi o El Tri es además una justicia social práctica, no discurso.

No solo se trata de observar a la Feria Chiapas como un ejercicio de fin de año de diversión y espectáculos, se trata de ver porqué la Feria Chiapas es importante desde el punto de vista social. Robert Putnam, estudioso de cómo funcionan las comunidades, descubrió que las sociedades donde la gente se reúne, conviven y comparte espacios son más prósperas y pacíficas. La Feria Chiapas 2025 es precisamente eso: un espacio donde el empresario ganadero que exhibe su mejor ejemplar de cebú convive con el artesano tzotzil, zoque, tzeltal, chamula, que muestran sus textiles; donde la familia del Centro, de Los Altos, de La Costa, de La Sierra y otras regiones, comparte gradas con turistas nacionales que aprovechan estos espacios.

El contraste con la administración anterior es inevitable. La feria de años pasados fueron muy simples, con infraestructura desgastada y poca promoción. La de 2025 es ambiciosa, renovada y ampliamente difundida. Este cambio no es solo de estilo, es de una nueva visión que impacta en lo social. Se necesitan señales claras de que las cosas están mejorando y el espacio de la Feria Chiapas es un buen foro para ello.

La instalación de un nuevo gobierno, los planes para la autopista Palenque-San Cristóbal, la cruzada contra el analfabetismo, todo esto necesita tiempo para verse. Pero una feria exitosa es resultado inmediato, tangible, que la gente puede experimentar ya. Es lo que los analistas llaman «victoria temprana»: un logro rápido que genera confianza para proyectos más largos.

Hannah Arendt, filósofa política, insistía en la importancia de los espacios públicos donde los ciudadanos «aparecen» ante otros y construyen comunidad política. En tiempos donde todo se virtualiza, donde la gente se encierra en casas y redes sociales, una feria que obliga a salir, compartir territorio físico con desconocidos, interactuar cara a cara, es acto de resistencia contra una fragmentación social.

La Feria Chiapas 2025 no resolverá los problemas estructurales del estado. No acabará con la pobreza ni con la violencia de la noche a la mañana. Pero sí cumple funciones políticas y sociales fundamentales: legitima una nueva visión empresarial demostrando capacidad de gestión, refuerza la identidad chiapaneca en su diversidad, redistribuye acceso a bienes culturales, genera capital social y envía un mensaje dentro y fuera del estado: Chiapas se está levantando.

Cuando termine la feria el 14 de diciembre, lo importante no será además estar pendiente de cuántos visitantes llegaron o cuánta derrama económica dejó. Será si los chiapanecos asistieron sintiendo que pueden ser parte de algo más grande, que Chiapas tiene camino, que vale la pena apostar por ello, aunque hay muchos temas pendientes aún por superar. Eso, en esencia, es lo que puede lograr una feria exitosa: construir sociedad. Y el reto, ya lo va caminando Gerardo Toledo, que está obligado y seguro de entregar buenos resultados.

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