Hoy, sin duda se conmemora un año más del nacimiento de uno de los personajes
más emblemáticos en la historia de México: Benito Juárez, quien sigue vigente en
la política contemporánea, sobre todo en Morena y la Cuarta Transformación; no
por nada sus acciones como la Reforma están enmarcados como parte de los
acontecimientos de nuestra nación que cambiaron para siempre su destino.
Sin embargo, el “Benemérito de las Américas” a pesar de que hace casi más de
un siglo falleció, su legado y percepción biográfica ha sido cuestionada y
revitalizada, dependiendo del partido en turno.
Hace 19 años, en el marco del bicentenario de Juárez, el gobierno panista de
Vicente Fox, lanzó un libro conmemorativo titulado “Juárez el republicano”, el cual
se distribuyó junto a una edición sintetiza de “El Periquillo Sarniento” en las aulas
de México. Esto bajo el auspicio de la Comisión Nacional de Libros de Texto
Gratuitos.
Pero, este libro fue el parteaguas para una sacralización, teniendo en cuenta que
como lábaro patrio era mencionado casi de manera inmaculada (una contradicción
al laicismo que el pregonó en vida), como ese héroe epónimo de la patria; lo cierto
es que, cierto sector, los conservadores rancios que se vieron beneficiados por el
porfiriato y en la Revolución fueron detractores al grado de fundar su partido, el
Pan, tuvieron cierto desdén y aversión hacia el oriundo de Oaxaca.
Con la llegada del PAN a Los Pinos, la percepción acerca de Benito Juárez
cambio: comenzaron a circular libros que narraban aspectos íntimos sobre él,
dejando entrever cierto desdén hacia su figura, sobre todo al señalarlo como “un
indio arribista”, en esos textos destacaron e intuyeron esos autores, que la razón
por la que Juárez les quitará poder a la Iglesia correspondía a una venganza, por
no dejarlo escalar dentro de la oligarquía eclesiástica.
Retomando el libro de “Juárez, el republicano”, si bien su narrativa responde a los
estándares de lo que marca la “historia de bronce”, hay omisiones considerables:
en especial sobre su estancia en Chihuahua, fundamental en la Intervención
Francesa. Claro, esto es entendible en el contexto de un régimen panista, que por
muchos años mostró antipatía a Juárez, al grado de señalarlo como un traidor a la
patria por ciertos tratados que los mismos conservadores hicieron en esos años.
Posteriormente, el escritor Francisco Martín Moreno en su libro “100 Mitos de la
Historia de México”, señala que las calumnias sobre Juárez correspondían a una
campaña ejercida por conservadores del partido mencionado, por venganza a que
este le quitó el poder a la Iglesia; la cual, en estos días, cada vez pierde adeptos y
su opinión poco importa en las decisiones políticas ¿Acaso les importan los
derechos de minorías y la voluntad sobre la decisión de los cuerpos de las
mujeres? No, son su último bastión de poder.
Ahora bien, si el priismo digámoslo así trato de defender los ideales republicanos
de Juárez, los panistas trataron de hundirlo; pero, con la llegada de la 4T, se
revirtieron estas calumnias hacia uno de los presidentes mexicanos más
respetados en la Historia Universal. Recordemos que en los promocionales de
gobierno de Andrés Manuel López Obrador y ahora Claudia Sheinbaum, es una
figura importante, debido a su lucha contra los intereses conservadores, que
muchas veces y si revisamos la historia del siglo XIX, comprometieron la
seguridad del país y el patrimonio; tampoco debemos descartar, los propios
acuerdos de Juárez para retornar al poder, a través de los Tratados McLane-
Ocampo, que de concretarse permitiría abusos hacia la soberanía del país.
Claro, sin la Reforma del Juárez, la cual contrarrestó los poderes e injerencias de
la Iglesia en las decisiones del Estado, y por qué no decirlo, extirpar un apéndice
de la influencia española y colonialista que aun prevalecía en esos años. Desde
luego, la Iglesia siguió teniendo injerencias, desde otros escenarios y desde la
cultura mexicana.
En fin, la vida de Benito Juárez no está exenta de polémicas, sobre todo si se
aborda solo las cuestiones personales; eso sí, su aportación a la vida democrática
del país es innegable, a pesar de esas calumnias e injurias de sectores rancios.