Mario Caballero
Promotores de la corrupción
Sonará a broma, pero no lo es. Cualquiera que intente revisar los hechos ocurridos durante los últimos veinte años de la presidencia municipal de Tuxtla Gutiérrez, tendrá material suficiente para escribir un manual de la corrupción. Sí, para revelarnos cómo fue que políticos de medio pelo pasaron de pobres a millonarios en unos cuantos años.
PACOBONOS
Ahí tenemos a Paco Rojas, por ejemplo, que llegó a la alcaldía capitalina en un momento propicio, con estabilidad social, seguridad y gobernabilidad.
Es más, los tuxtlecos habían refrendado su confianza al PAN, anhelando una consolidación en las nuevas formas de gobernar, frescura en el quehacer político y un mayor compromiso en el ejercicio del poder frente a las necesidades de la población, lo cual habían obtenido en el gobierno panista de Enoch Araujo Sánchez.
Sin embargo, en aquel ya lejano 1998, Paco Rojas sólo era conocido por ser hijo del Dr. Valdemar Rojas, quien a mediados de los años setenta logró la hazaña de arrebatarle la alcaldía tuxtleca al otrora poderoso PRI. Fuera de eso, Paco no era más que un ginecólogo más en la ciudad, con un apellido famoso, pues quién no conocía a don Valdemar y su familia.
A pesar de su falta de méritos y empatía, Paco ganó la elección. Pues ya lo decíamos: los tuxtlecos volvieron a votar por el proyecto presentado por el PAN gracias al buen sabor de boca que les había quedado tras la gestión de Araujo Sánchez.
¿Qué sucedió después? Rojas demostró ser sumamente incompetente para gobernar. Peor todavía, el poder le hizo perder el piso. Se convirtió en un gobernante autoritario, y fue tanta su cerrazón y egolatría que se autoproclamó como “el impulsor de la modernidad” de Tuxtla Gutiérrez. Nada más falso que eso.
En honor a la verdad, inspiró algunos proyectos de infraestructura que prometían darle a la ciudad ese aire de vanguardismo y desarrollo urbano. No obstante, casi todos terminaron siendo tapadera de corrupción.
Las obras fueron mal planeadas y peor ejecutadas. Incluso, se dijo que las había asignado de manera directa, o sea, sin licitación de por medio, a varios empresarios amigos suyos o ligados por parentesco o compromiso político con su familia.
Muchas de esas obras quedaron inconclusas, otras nomás no se realizaron, pero todas se pagaron en su totalidad.
Y como la última gota que desbordó la copa, Paco Rojas tramitó al finalizar su gestión un bono de productividad para el cuerpo de gobierno, el cual era ilegal. Y nada más él obtuvo un bono por más de 2.7 millones de pesos. De ahí que se le conozca con el apodo de “Pacobonos”.
En el colmo del cinismo, Paco Rojas jura no estar enfermo de poder, pero lleva cuatro intentos seguidos por volver a ser presidente municipal y en el trienio actual acumula su segundo periodo como regidor de Tuxtla; perjura que tiene una vida modesta y sencilla, pero hasta el momento sigue sin aclarar de dónde obtuvo los recursos para construir la Torre Médica del Sanatorio Rojas, cuyo valor se estima en más de 200 millones de pesos.
SABINES
Juan Sabines Guerrero, exgobernador de Chiapas y excónsul en Orlando, Florida, es otro político que abusó del poder en su paso por la presidencia municipal de Tuxtla Gutiérrez.
Cuando llegó a Chiapas allá por los años noventa, Sabines no tenía ni para comer. Fue gracias a un grupo de empresarios y políticos, especialmente del PRI, que obtuvo un trabajo para sostener a su familia, y no sólo le dieron alojamiento, comida y hasta ropa para sus entonces pequeños hijos, sino respaldo para emprender una carrera política que lo llevó a ser gobernador de Chiapas. En pago, a todos los traicionó y a algunos hasta los metió a la cárcel.
Siendo presidente municipal creó el proyecto “Agua para todos, todos los días”, que fracasó y del cual los recursos que bajó vía Banobras fueron supuestamente utilizados para financiar su campaña política a la gubernatura. Antes y después de eso, todo es corrupción.
Para mayor inri, es responsable de haber iniciado el endeudamiento que hoy paga la capital. En ese entonces, dejó una deuda de más de 800 millones de pesos.
YASSIR
¿Se acuerda de Yassir Vázquez Hernández, aquel muchacho hijo de maestros que pedía fiado media botella de whisky Etiqueta Roja en una cantina llamada El Tubazo, ubicada en la colonia Las Palmas, al oriente de Tuxtla Gutiérrez?
Bueno, en menos de dos años como alcalde de la capital, encargo que obtuvo por obra y gracia de Sabines Guerrero, amasó una gran fortuna que está repartida entre residencias de lujo, negocios y cuentas bancarias, según varias fuentes.
Yassir también creó un proyecto de infraestructura, llamado “¡Que viva el centro!”, con el cual quiso impulsar su carrera a la gubernatura y pasar a la historia como un alcalde visionario. Pero el proyecto que consistía en la remodelación del primer cuadro de la ciudad se malogró, a tal grado de que hasta el día hoy los ciudadanos seguimos padeciendo una obra mal construida, inconclusa y horrenda.
Yassir abandonó el cargo antes de concluir el periodo debido a las fuertes presiones políticas y financieras, pues se le señaló de haber desviado más de 200 millones de pesos del erario público y de aumentar la deuda para la comuna en más de 900 millones.
FERNANDO
Luis Fernando Castellanos Cal y Mayor, quien sucedió en la presidencia municipal, también hizo lo propio.
Este mozalbete que soñó con ser gobernador del estado, nació y creció en un hogar humilde, sin lujos, pero con el respaldo de su padrino político llegó a ostentar cargos importantes en una carrera política meteórica.
Lo que Sabines fue para Yassir, Manuel Velasco Coello lo fue para Castellanos Cal y Mayor. Lo hizo diputado local, presidente del Congreso del Estado, alcalde de Tuxtla y candidato a gobernador.
Se presume que Fernando Castellanos ganó la alcaldía a través de un clarísimo fraude electoral, que logró desviar cientos de millones de pesos a través de obras como “Una calle todos los días”, que nunca existió como tal. También se le adjudica haber defraudado los recursos del Smapa, que según fueron destinados a su campaña política a la gubernatura en 2018.
CARLOS MORALES
Por último, Carlos Morales Vázquez, quien es considerado el peor alcalde que haya tenido Tuxtla en la historia reciente. Fue acusado de nepotismo, tráfico de influencias, desvío de recursos públicos, enriquecimiento ilícito y peculado.
En días recientes, la Auditoría Superior del Estado reveló que tras la revisión de la Cuenta Pública de 2024, la gestión de Morales Vázquez desvió más de 23 millones de pesos a través de diversas empresas fantasma, con las que simuló compras de bienes y servicios.
Pero eso es sólo la punta del iceberg, ya que diferentes investigaciones periodistas han dado a conocer una serie de corruptelas, entre ellas, los actos al margen de la ley con la empresa Veolia, encargada del servicio de recolección de residuos sólidos de la ciudad, a la que le compró casi cuatro mil contenedores para basura de manera directa y con sobreprecio, compra con la cual pudo embolsarse alrededor de 15 millones de pesos de diezmo.
MAGNATES EN TRES AÑOS
En resumen, con los gobiernos de Tuxtla de los últimos 20 años sale para escribir un manual de la corrupción o, como mínimo, sacar un compendio de lecciones sobre cómo enriquecerse y salir impune.
yomariocaballero@gmail.com




