Un patán, alcalde de Copainalá


El poder no da derecho a oprimir o amenazar a los gobernados y menos que un
presidente municipal intimide al ciudadano sólo porque éste exige atención y
protesta por la incapacidad de su autoridad para resolver los problemas, más si las
demandas fueron compromisos de campaña.
El pueblo de Copainalá tiene tan mala suerte con sus representantes populares,
que no importa que antes haya sido del Partido Revolucionario Institucional el
presidente municipal que se enfrentó con su gente, el que les dio portazos,
intimidando, gritando y hasta dando manotazos en el escritorio para dar señales
de “quién manda acá”, tal es el caso del tristemente recordado Javier Vázquez, a
quien apodan “El Gallo”, hoy escondido atrás de una obsoleta membresía llamada
CNOP.
Su ferocidad y autoridad suprema contrasta con un insignificante secretario
general de una organización social que está muerta, pero parece que él no lo
sabe. ¡Qué tiempos aquellos cuando en lugar de ordenar, gritaba y se ponía
colérico si alguien se atrevía a contradecirlo!
Por ello parece que dejó escuela y su sucesor no canta mal las rancheras” para
eso de ponerse al tú por tú con la ciudadanía que acude desesperada con su
autoridad para que le atienda y en la medida de las circunstancias, que le
resuelva, pero no, al contrario, se encabritan y se dirigen a la gente como si fueran
sus hijos a los que quiere meter en cintura.
Carlos lleva ahora su cruz, porque salió brabucón, retador. Se enfrascó en un
toma y daca con un locatario que de forma respetuosa, pero enérgica, le
reclamaba su derecho a expresar su inconformidad con su centro de abasto que
está para llorar, pero que él propio mandatario municipal ha dicho que está en
planes de rehabilitarlo. La pregunta que se hicieron hombres y mujeres que
acudieron a la sede de palacio municipal es para cuándo, porque de promesas ya
están cansados.
La conducta prototipo de los clásicos de Morena que hoy gobiernan la comarca de
la zona de Mezcalapa es que les sale lo “popular”, sí, aquello que dicen les da
derecho y fue supuestamente haber ganado en las urnas, pero lo que no quieren
reconocer es que todavía al 2024 el efecto AMLO fue el que los hizo triunfar, así
que no vengan con el cuento de que son unos duchos para acarrear las masas.
Sin embargo, cuando la población los busca y los logra encontrar, se han dado
episodios dignos de memorables crónicas, como la que protagonizó el edil de
Copainalá a quien no le gustó que un grupo de locatarios le llegaran a reclamar su
falta de compromiso para la remodelación del mercado San Vicente Ferrer.
En un video que hizo circular inicialmente esta casa editorial, se visualiza a Carlos
Cruz Cruz, alcalde de Copainalá, casi gritándole a un ciudadano que ejercía su
derecho a exigir, que no le “alzara la voz”, dando a entender, con sus modales,
que no sabía con quién se está metiendo.
De esos funcionarios municipales queremos, bravos, pero para llevar bienestar, no
para increpar, queremos alcaldes que sirvan para resolver los problemas no que
se hagan los valientes para pisotear la dignidad del más desprotegido.

Entendemos que el “bonachón” de Carlos Cruz Cruz tiene ejemplos brillantes en
esto de pisotear a sus adversarios, como lo son Gerardo Fernández Noroña,
Sergio Gutiérrez Luna, presidentes de las mesas directivas de las cámaras de
Senadores y de Diputados, respectivamente, o el de la sonrisa maliciosa, vocero
oficial de Morena, Arturo Ávila Anaya.
Quizás de ellos ha aprendido lo suficiente para portarse de esta manera,
desafiante, como diciendo, “acá no me van a venir a tronar los dedos, eso lo hago
yo”.
De ahí que sea muy triste que los parroquianos que andan mendigando ayuda de
su autoridad salgan no sólo regañados sino humillados. Urgen cursos por parte de
Morena para que les digan a sus alcaldes y a toda su militancia, que se conduzcan
con respeto, con honorabilidad, pues los ediles son los que representan a toda
una comunidad de seres humanos.
Así que por lo menos el alcalde Carlos Cruz Cruz debería ofrecer una disculpa y
dejar en su casa la altanería que lo describe como un verdadero patán que
quieren sacar su frustración. Así no se vale pues si no va a cumplir con sus tareas,
pues mejor que se haga a un lado o sencillo, no se comprometa señor alcalde.

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