José Cancino
El nivel del Suchiate, arriba; el flujo de migrantes, abajo. Desde hace más de dos meses, el cruce de extranjeros de Guatemala a Chiapas ha venido en detrimento a consecuencia de las políticas que México y Estados Unidos han convenido, para frenar el avance de miles de personas hacia la nación de Trump.
La nula afluencia de venezolanos, colombianos, cubanos, haitianos y centroamericanos ha dejado en el desamparo la actividad económica que dependía, en gran medida, de la llegada de migrantes al sur de la Entidad.
La evidencia la dan los mismos balseros, que han tenido que subsistir con el poco flujo de comercio que guatemaltecos mantienen, en el vaivén que realizan para hacerse de productos de la canasta básica ( para consumo propio o comercializarlo).
Empero, contrario a lo que habitualmente estaban acostumbrados, la economía de este sector informal se ha derrumbado hasta 70 por ciento.
Los tiempos apremiantes para los balseros y comerciantes del río Suchiate, incluso en muchos sectores de Ciudad Hidalgo, han terminado más pronto de lo que imaginaban.
“Ya no pasan, al contrario, van de regreso y eso para nosotros es malo, porque anteriormente los siete días de la semana teníamos mucho trabajo cruzando migrantes en las balsas, ahora sólo tenemos un poco de eso los domingos, a veces los lunes, pero son poquitos porque tienen miedo de venir”, señala Wilfredo, un balsero guatemalteco que espera su turno para navegar por el Suchiate, con las pocas personas o mercancías que pueda trasladar.
La escasez de migrantes ha llevado a varios comerciantes a cerrar sus negocios. Con anterioridad, los comedores, papelerías para la impresión de documentos y estancias de corto plazo eran altamente rentables para todos en la localidad de Suchiate.
Ahora, sólo unos cuantos subsisten en este punto internacional. Los pagos de rentas en locales, así como los permisos para establecerse en la vía pública, ya no son redituables y eso ha llevado a muchos a marcharse.
Mayra, una comerciante de comida que por más de 15 años estableció su comedor a orilla del río internacional, decidió cambiar su residencia a Coatepeque, Guatemala, ante la falta de vendimia que antes realizaba con migrantes.
“La razón fue porque ya no había venta, además que la delincuencia empezó a tomar el control en este río, ya teníamos mucho miedo”, apunta.
Lo mismo ha ocurrido con quienes comercializaban abarrotes, desde aguas, refrescos embotellados y todo tipo de productos de la canasta básica.
Inspecciones, vacías
No sólo los pasos informales de migrantes lucen desiertos. Los puntos de inspección que se establecieron desde hace cuatro años, cuando las marejadas de extranjeros eran imparables y se buscaba contener caravanas y grupos en tránsito de Ciudad Hidalgo a Tapachula, también se mantienen solitarios, sólo con la presencia de elementos de la Guardia Nacional y agentes de Migración.
En el paso denominado El Coyote, donde ha sido instaurado un punto de inspección migratoria, el soplar del viento, el sonido del río y apenas el parloteo de agentes migratorios y militares, hacen ver que se ha extinto todo tipo de actividad, contención y atención a extranjeros, que antes mantenían convertida en una caldera dicho punto.
No hay más migrantes y el sitio luce desolado. El gesto de los uniformados lo dice todo: horas y horas sin actividad.
Lo mismo ocurre con los puntos de revisión en la salida de Suchiate, Frontera Hidalgo y El Manguito, que permanecen sin la presencia de migrantes, que antes de la llegada de Donald Trump al poder se mantenían saturados ante la desesperación de cientos por obtener permisos de tránsito por México y llegar cuanto antes a la frontera norte.
Según información de fuentes migratorias, en enero último se registraban cifras de hasta 450 personas que ingresaban por día al país, vía Ciudad Hidalgo. Ahora, en la recta final del año, se estima que apenas 30 personas registran la cifra diaria de ingresos, esto en un día alto.
Pese a la nula afluencia de migrantes, asociaciones civiles y activistas han señalado que el paso de personas continúa en sitios “no visibles” y en manos de células criminales.


