Por: Gilberto de los Santos Cruz
- El sueño libertario que encendió las primeras luces de la Revolución Mexicana
21 de noviembre de 1922 – 21 de noviembre de 2025
Hace 103 años, el 21 de noviembre de 1922, murió en la prisión de Leavenworth, Kansas, Estados Unidos, uno de los más grandes luchadores sociales y visionarios de la historia de México: Ricardo Flores Magón. Periodista, político, escritor, fue un precursor intelectual de la Revolución Mexicana y símbolo de la lucha por la libertad y la justicia social. Sus restos reposan hoy en la Rotonda de las Personas Ilustres, pero su legado sigue vivo en las causas de los oprimidos y en el pensamiento crítico que alimenta la democracia y los movimientos sociales contemporáneos.
La semilla de la rebeldía
Ricardo Flores Magón nació el 16 de septiembre de 1874 en San Antonio Eloxochitlán, Oaxaca, en el seno de una familia de raíces indígenas y campesinas. Desde su juventud dejó ver un espíritu inconforme. Estudió en la Escuela Nacional Preparatoria, donde entró en contacto con ideas liberales y antiporfiristas que marcarían su destino. Su primera participación pública contra el régimen de Porfirio Díaz fue en 1892, cuando aún era estudiante y fue encarcelado por protestar contra la reelección del dictador.
Desde muy joven entendió que la prensa era un arma poderosa contra la opresión, por lo que en 1900 fundó junto a su hermano Jesús el periódico Regeneración, un medio que se convirtió en la voz más crítica del porfirismo. A través de sus páginas denunció la explotación laboral, la injusticia social y la violencia del Estado. Por ello, el periódico fue perseguido constantemente, clausurado y obligado a mudar su sede a Estados Unidos.
El anarquismo como camino
A diferencia de otros opositores, Ricardo Flores Magón no solo buscaba la caída de Díaz, sino una transformación política, económica y social profunda. Su pensamiento evolucionó hasta el anarquismo, influenciado por autores como Bakunin, Kropotkin y Malatesta. Para él, la libertad debía ser absoluta: sin Estado, sin explotación, sin privilegios. Propuso la autogestión, la propiedad colectiva de la tierra y la abolición de las jerarquías.
En 1905, junto a otros revolucionarios, fundó la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano (PLM). Su programa político de 1906 —que antecedió al Plan de San Luis de Francisco I. Madero— incluía demandas que luego se convirtieron en bandera revolucionaria: jornada de ocho horas, salario justo, reparto agrario, educación laica y gratuita, prohibición del trabajo infantil y autonomía municipal.
Las insurrecciones del PLM en Baja California y otras zonas del país fueron sofocadas, pero marcaron el inicio del proceso que culminaría en la Revolución Mexicana de 1910. Aunque Flores Magón no participó de manera directa en el movimiento que logró derrocar a Díaz, su pensamiento fue una de las bases más radicales e inspiradoras del espíritu revolucionario.
Persecución, cárcel y muerte en el exilio
Su lucha tuvo un costo alto. Perseguido tanto por el gobierno mexicano como por el estadounidense, Flores Magón vivió gran parte de su vida en el exilio. Fue encarcelado varias veces por sus ideas, acusado de incitar la rebelión y violar leyes de espionaje que Estados Unidos aplicaba durante la Primera Guerra Mundial.
Finalmente, fue recluido en la penitenciaría de Leavenworth, Kansas, donde murió el 21 de noviembre de 1922, oficialmente de un infarto, aunque muchos sostienen que fue víctima de condiciones inhumanas y descuidos deliberados. Tenía 48 años.
En 1945 sus restos fueron repatriados y trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres, en la Ciudad de México, como reconocimiento póstumo a su papel histórico, aunque en vida fue considerado peligroso, subversivo y hereje político.
Flores Magón en la historia: precursor o revolucionario sin revolución
A Ricardo Flores Magón se le recuerda como precursor de la Revolución Mexicana, pero su legado va más allá de la lucha armada de 1910. Fue uno de los primeros en articular un pensamiento revolucionario con dimensión social y filosófica. Mientras Madero impulsaba un cambio político, Flores Magón defendía una revolución total, desde abajo, hecha por campesinos, obreros y comunidades indígenas.
Sin duda, fue uno de los primeros en hablar de justicia social, derechos laborales, igualdad de género y autonomía de los pueblos originarios. Su influencia se refleja en movimientos posteriores como el zapatismo, los sindicatos independientes, las luchas campesinas del siglo XX y, más recientemente, en los movimientos sociales y comunitarios que buscan la autogestión y rechazan los modelos autoritarios.
La vigencia de su pensamiento
A pesar del paso de más de un siglo, el pensamiento de Ricardo Flores Magón sigue siendo actual. Su crítica a la desigualdad económica, a los abusos del poder, al intervencionismo extranjero y a la corrupción institucional mantiene resonancia en el México contemporáneo. Su filosofía anarquista puede parecer extrema, pero plantea preguntas fundamentales:
- ¿Quiénes poseen la riqueza y el poder?
- ¿Quién toma las decisiones que afectan la vida de todos?
- ¿Puede existir verdadera democracia en un sistema desigual?
Flores Magón no solo denunció las injusticias, sino que propuso alternativas colectivas basadas en la solidaridad, la cooperación y la libertad como pilares fundamentales de una sociedad distinta.
Ricardo Flores Magón desde lo local
Para un estado como Chiapas, que ha sido escenario de luchas agrarias, indígenas y comunitarias, la figura de Flores Magón adquiere especial relevancia. Sus ideas sobre tierra, autonomía y resistencia se reflejan en los procesos históricos del sureste mexicano y en la búsqueda continua de justicia social y dignidad.
Recordarlo no es un acto de nostalgia, sino un llamado a revisar nuestras estructuras sociales, recuperar la palabra, defender la verdad y luchar por una vida más justa, como él lo hizo desde la prensa y la militancia. En tiempos donde la libertad de expresión, la independencia política y la justicia están en debate, volver a leer a Flores Magón es necesario.
Conclusión
Ricardo Flores Magón murió preso, pobre y perseguido. Pero su palabra no fue derrotada. Desde las celdas donde escribió sus últimos artículos, defendió la libertad con la misma fuerza con la que lo hizo en los periódicos y campos de batalla. Nunca dejó de luchar, ni siquiera cuando sabía que su cuerpo no saldría vivo de la prisión.
Su vida y obra nos recuerdan que la Revolución Mexicana no empezó con el 20 de noviembre ni terminó en 1917. Fue un proceso profundamente plural, y entre sus voces más radicales y adelantadas estuvo la de aquel oaxaqueño que firmaba muchas veces simplemente como: R. Flores Magón, anarquista.
Hoy, al recordarlo, no solo honramos a un personaje histórico, sino a un espíritu que sigue invitándonos a cuestionar, a organizarnos y a imaginar un país más libre.




