Responsabilidades en Teuchitlán

Estrictamente Personal Por Raymundo Riva Palacio

Teuchitlán socializó a nivel nacional la tragedia que vive México desde hace años.
Las imágenes de la ropa y los zapatos, las bolsas y las mochilas, las cartas y las
fotografías de sus cercanos en un rancho donde había operado hasta muy
recientemente un campo de entrenamiento del Cártel Jalisco Nueva Generación y
tres hornos crematorios, vincularon a las víctimas que murieron ahí con los
temores y angustias de miles. No fue el primero ni el más grande centro de
capacitación de sicarios y aniquilamiento en el país, pero fue el primero al que su
exposición pública sacudió a la nación. Hasta el día de ayer, la búsqueda en
Google de “Teuchitlán exterminio”, alcanzaba casi un millón 300 mil consultas.
La consternación también llegó a Palacio Nacional, y la presidenta Claudia
Sheinbaum se ha referido repetidamente esta semana al horror vivido en ese
rancho. Tiene que saberse qué pasó, dijo, para que a partir de la información y la
investigación se deslinden responsabilidades. “Es un tema muy crítico, y muy
grave”, calificó el martes el fiscal general Alejandro Gertz Manero. “No es creíble
que una situación de esa naturaleza no hubiera sido conocida por las autoridades
locales de ese municipio y del estado”.
Sheinbaum reveló que, desde la intervención del rancho en septiembre del año
pasado, la Fiscalía General de Justicia de Jalisco lo tenía bajo resguardo,
enfilando los señalamientos de responsabilidad en las autoridades del gobierno de
Enrique Alfaro. Hay un poco de confusión en sus señalamientos, porque el rancho
“Izaguirre” en Teuchitlán, al que se refiere, no es el mismo que se intervino en
septiembre, en la comunidad de La Estanzuela en el mismo municipio, pero a dos
kilómetros de distancia.
No obstante, es cierto, hay que ir más al fondo. Los señalamientos de Sheinbaum
y Gertz Manero acotan en el gobierno de Alfaro y el municipal de Teuchitlán a los
posibles responsables de probable omisión, o negligencia, o encubrimiento o
eventualmente complicidades. Pero también hay funcionarios y exfuncionarios
federales que pueden ayudar a comprender qué sucedió, porqué sucedió, o quién
o quiénes, si fuera el caso, ordenaron silenciar la monstruosidad de los campos de
exterminio y las fosas masivas clandestinas. Los primeros en esa lista que
deberían ser llamados a declarar podrían ser:
1.- La secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, en ese momento
secretaria de Seguridad Pública, que era la cabeza del sector que tenía bajo su
responsabilidad formal a la Guardia Nacional, cuyos elementos intervinieron junto
con la Fiscalía de Jalisco el rancho en La Estanzuela en septiembre. Su Secretaría
tenía amplia información sobre ese tipo de campamentos en Jalisco y en el resto
del país.
2.- El secretario de la Defensa, general Ricardo Trevilla, en ese entonces jefe del
Estado Mayor Conjunto de la Defensa, y quien en era el jefe de facto de la
Guardia Nacional.

3.- El general de Brigada Luis Rodríguez Bucio, primer comandante de la Guardia
Nacional, en cuyo periodo sus guardias encontraron restos óseos en Teuchitlán.
4.- El general de División David Córdoba Campos, que estaba al frente de la
Guardia Nacional durante la intervención del rancho en La Estanzuela en
septiembre pasado.
5.- El general de División, Hernán Cortés, comandante de la Guardia Nacional
desde el 5 de octubre, junto con todo el gabinete de seguridad del gobierno de la
presidenta Claudia Sheinbaum, que el 29 de enero de este año aseguraron en
Teuchitlán un campo de adiestramiento vinculado con “un grupo delictivo” -en esa
zona solo opera el CJNG-, donde detuvieron a 37 personas, cuatro equipos de
radio comunicación, equipo táctico y precursores químicos.
Teuchitlán es el microcosmos de la gran tragedia mexicana. Nadie sabe todavía
cuántas personas murieron ahí o cuántas fueron reportadas como desaparecidas.
La Comisión Nacional de Búsqueda, que depende de la Secretaría de
Gobernación ha contabilizado casi 113 mil personas desaparecidas o no
localizadas hasta mediados de esta semana, más de la mitad de ellas durante el
gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
De acuerdo con un reporte de César Martínez para la organización A dónde van
los desaparecidos, que integran periodistas en todo el país dedicados a evitar que
este tipo de fenómenos desaparezca de la memoria, el fenómeno se ha agravado
en el gobierno de Sheinbaum. En los primeros 100 días de su administración,
señaló Martínez, se registraron en promedio 40 desapariciones por día, que
significó un aumento del 60% en comparación con el sexenio de López Obrador,
cuando el promedio diario fue de 25. Del 1 de octubre al 8 de enero, hay
desaparecido otras cuatro mil 10 personas.
Sobre el total de fosas clandestinas como las halladas en Teuchitlán, no hay
información reciente. El último mapa que publicó a Comisión Nacional de
Búsqueda abarca del 1 de diciembre de 2018 al 30 de abril de 2023, donde se
tenían registradas dos mil 863 fosas. En esa fecha terminó de actualizarse, que
coincide con los problemas que estaba teniendo dentro del gobierno Karla
Quintana, que encabezaba la Comisión, por las quejas de varios gobernantes de
que el trabajo que estaba realizando estaba exponiendo el incremento de las
desapariciones en sus entidades, incluida la Ciudad de México. López Obrador la
maltrató y la obligó a modificar su metodología para desaparecer a los
desaparecidos, a lo que se negó. En agosto de ese año renunció.
Ese episodio tenso y clarificador de cómo quería el gobierno federal ocultar el
tema de los desaparecidos, no puede limitarse a Teuchitlán y ayudaría a
comprender el contexto. Tres declaraciones ministeriales adicionales serían de
gran valor. La de López Obrador, que tiene que explicar cómo se le desbordó el
fenómeno; el entonces subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, hoy alto
funcionario en el gobierno de la Ciudad de México, que era el jefe de Quintana,
para reconstruir esa crisis, y Quintana, que lo que no la dejaron hacer en México,
está haciendo en Siria, comisionada por la ONU.
La presidenta ha pedido que se investigue lo que sucedió en el rancho Izaguirre,
pero no puede haber reduccionismo si en realidad se quiere comprender el
problema y evitar más teuchitlanazos.
rrivapalacio2024@gmail.com

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