Lamentablemente hay que decirlo con todas sus letras, no fue un acuerdo amistoso, un consenso para beneficio de ambas partes, no, la suspensión de que los aranceles entraran en vigor a la voz de ya, con el “compromiso” de poner 10 mil elementos de la Guardia Nacional en la franja norte, fue un golpe de autoridad del presidente de los Estados Unidos sobre México.
El magnate norteamericano se salió con la suya y sometió la poca resistencia que sabíamos no podía aguantar mucho por parte de nuestra economía, muy inferior a la que se genera en la potencia mundial, que, dicho sea de paso, por toda la bravura que se quisiera demostrar tenemos como pueblo “unido”, no es suficiente.
Este lunes por la mañana fue noticia mundial la conversación telefónica entre Claudia Sheinbaum, presidenta de México y Donald Trump, mandatario estadounidense, en que acuerdan pausar durante un mes los aranceles del 25 por ciento a México que debían entrar en vigor este martes a cambio de una serie de compromisos en materia de seguridad fronteriza y comercial.
Fentanilo y migración, fueron los dos temas básicos por los cuales se cedió a las pretensiones del magnate y aunque no se quisiera, se tienen que aceptar. No hay de otra, pues no estamos como para tener el mango del sartén en mano.
Hasta el domingo por la noche, los funcionarios federales tenían la esperanza de que no se nos castigaría, aunque los mexicanos ya habían fijado su postura en las redes sociales para revertir la crisis. Se viralizaron imágenes y post relacionados a consumir lo “local” o lo “Hecho en México”, para contrarrestar los designios del inquilino de la “Casa Blanca”. Si bien es una medida solidaria y de protesta contra estas políticas perjudiciales para la industria mexicana, lo cierto es que esta postura de comprar lo local tiene sus propios inconvenientes, a pesar de lo bienintencionado.
Esta postura de “consume lo nacional”, no es nueva ni siquiera cuando fue el primer mandato de Trump, al parecer es una “pose” que se adopta cada determinado tiempo, cuando aquellos “revolucionarios del IPhone” plantean un boicot a aquellas empresas que son señaladas de ciertas acciones inhumanas o actúan en contra de los mexicanos; de hecho, muchas de las compañías a las que se pretende boicotear, son el blanco de estos usuarios al señalarlos como aliados de Israel en su conflicto con Palestina.
Retomando esta postura del consumo local, quienes alegan boicotear a estas empresas, desconocen y por mucho, la cadena de producción. Si bien consumir lo nuestro ayuda en cierta manera a la industria nacional, muchos de los servicios que estas mismas necesitan requieren de esos productos: por ejemplo, quienes están emprendiendo en negocios relacionados a la comida, ropa y tecnología, al final sus bienes y servicios dependen de las importaciones o exportaciones, según sea el caso; en lo que respecta a los emprendimientos de comida, muchos de los insumos son comprados en tiendas como Sam´s, City Club, Cotsco o Walt Mart, que al emprendedor le resultan costeables y baratos, para poder generar ganancias en su negocio.
Bajo este tenor, los propios internautas proponen comprar en las tiendas de abarrotes de la esquina; pero no dimensionan que parte de la mercancía es comprada en esas cadenas o los productos más rentables provienen de las industrias que circulan en una lista negra.
Otro aspecto a considerar en el boicot contra estas grandes cadenas, son las fuentes de empleo y la compra de la producción nacional ¿Acaso creen que los propios industriales nacionales compran lo “Hecho en México? Claro que no, por ello muchos productores, principalmente agropecuarios, son beneficiados por las empresas mencionadas, eso sí a costos muy miserables. En el tema del empleo, el sabotaje agravará más el desempleo y esfumará la inversión tanto nacional como extranjera, debilitando más la economía.
En lo que concierne a este fenómeno de “consume lo local”, existe otros inconvenientes: precio y calidad, afortunadamente la industria mexicana goza de grandes referentes a nivel internacional o mundial en calidad y precio; no obstante, en el aspecto tecnológico, nuestro país está condicionado a lo que llega del exterior, al no generar inventos y sólo manufacturar, si se pretende aplicar esa sanción tecnológica, como sí hicieron los chinos tras el veto de Huawei, el mexicano queda en desventaja: se duda que esos internautas disidentes pretendan renunciar a sus lujos tecnológicos o al menos dejen de usar las redes sociales para despotricar contra ese “capitalismo”, al final es pura pose, sino mire en sus contactos de las redes, un día añoran un Cotsco en la capital chiapaneca y desprecian a lo producido en su tierra y al otro resultan ser los más fervientes nacionalistas.
Eso sí, procurar consumir lo nacional, pero comprendiendo que, en nuestra actualidad, cualquier producto, bien o servicio, prescinde la globalización.
Ahora bien, como estamos inmersos en un mercado global desde los noventa y bajo el llamado “neoliberalismo”, nuestras industrias nacionales que nos llenaban de orgullo y satisfacción las necesidades de la población mexicana, son inexistentes u operan bajo consorcios extranjeros: por lo que pensar en sólo consumir sólo lo local, no es viable y al final no se logra el fin deseado: castigar a estos negocios. Es preciso apoyar a los negocios nacionales, pero estos dependen en gran medida de los bienes y servicios que le dan o compran de esas empresas.
Esta radiografía se complica ahora que el presidente de Ecuador, Daniel Noboa Azin, anunció que impondrá un arancel del 27 por ciento a todos los productos mexicanos que son importados a su país, a menos de que el gobierno de Claudia Sheinbaum acceda a firmar un Tratado de Libre Comercio, tal como ocurrió recientemente con Canadá. Al gobierno mexicano le llueve sobre mojado y sólo hay que hacer referencia a lo que opinan los expertos, en sentido de que no podríamos estar padeciendo estas calamidades si desde hace más de seis años se hubiera puesto mano dura contra las organizaciones criminales, pero bueno, como dicen en el pueblo, ya ni llorar es bueno.