Nos cambiaron de prioridad

Estrictamente Personal Raymundo Riva Palacio

La relación de Estados Unidos con México ha cambiado radicalmente en los dos
meses que lleva Donald Trump al frente de la Casa Blanca, para bien y para
preocuparse. El castigo que le impuso el presidente Joe Biden al presidente
Andrés Manuel López Obrador y reducir el nivel de interlocución al nivel del
embajador Ken Salazar, después de que la tuvo durante casi tres años con su
consejera de seguridad interna, Elizabeth Sherwood-Randall, ya no existe. Pero
tampoco la ventanilla de la Casa Blanca, que nadie en el gobierno de Claudia
Sheinbaum ha podido abrir.
Bajo Trump hay una reorganización profunda en la relación estratégica con
México, que está dentro del gran muro que está creando a partir de las nuevas
fronteras que pinta de manera provocadora en el Ártico canadiense y en
Groenlandia al norte y al este, y en el Canal de Panamá al sur. México está dentro
de ese perímetro de seguridad y aislacionismo que busca Trump, como un mal
necesario, al que desprecia como nación y por sus líderes -a excepción del
expresidente Andrés Manuel López Obrador, con quien compartía el manual y el
lenguaje del populista-, pero con el que tiene irremediablemente que tratar.
El cambio ha sido radical. Desapareció Jared Kushner, el yerno de Trump que fue
el enlace directo en su primer periodo con los excancilleres Luis Videgaray y
Marcelo Ebrard, y apareció el secretario de Estado, Marco Rubio, que lleva la
relación institucional y administrativa con el canciller Juan Ramón de la Fuente. La
parte toral de la relación, que es la prioridad del nuevo gobierno en Washington, la
seguridad, también ha girado, como parte de la restructuración. El Departamento
de Seguridad Interna está enfocado al reforzamiento de las leyes migratorias en
las fronteras y a la logística de los migrantes deportados de Estados Unidos.
La secretaria de Seguridad Interna, Kristi Noem, estará hoy en México, en el cierre
de una rápida gira de 48 horas que incluyó El Salvador y Colombia, donde se
enfocó en los temas migratorios. En El Salvador visitó el Centro de Confinamiento
del Terrorismo, la megacárcel que construyó el presidente Nayib Bukele, donde
hay más de siete mil denuncias de violación a los derechos humanos, y en
Colombia firmó con la canciller Laura Sarabia una carta de intención para negociar
controles biométricos para combatir cárteles, terroristas y la migración
indocumentada. Una cárcel de máxima seguridad para narcotraficantes mexicanos
se ha venido manejado entre México y Estados Unidos como una posibilidad,
aunque se desconoce si será parte de la discusión que hoy sostendrá Noem en
Palacio Nacional con la presidenta Claudia Sheinbaum y el gabinete de seguridad.
El Departamento de Seguridad Interna juega una parte importante en la
cooperación bilateral en materia de seguridad, y Noem está armando una fuerza
de tareas rápida que incluye una integración transversal con todas las áreas de
inteligencia civil y militar del gobierno para el intercambio de información sobre los
cárteles de las drogas mexicanas, con lo que se ha seguido profundizando la
disminución del protagonismo de la DEA en México, y elevando el que tiene su

área, a través de la Unidad de Investigaciones Criminales del Departamento de
Seguridad Interna, que junto con una unidad del FBI, diseñaron y ejecutaron la
captura de Ismael El Mayo Zambada en Culiacán el año pasado.
Los cárteles de las drogas mexicanos, por sus exportaciones de fentanilo, son
considerados como una de las mayores amenazas para la seguridad de Estados
Unidos, de acuerdo con la Evaluación Mundial de Amenazas que dio a conocer
hace algunos días la oficina de la directora de Inteligencia Nacional, Tulsi
Gabbard, que junto con el jefe de la CIA, John Ratcliffe y el director del FBI, Kash
Patel, se reunió en Washington el 7 de marzo pasado con el secretario de
Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch, donde hablaron de los
cárteles y el fentanilo en el contexto de lo que se dio a conocer poco después.
Esa reunión, que se había mantenido en secreto incluso en Washington, fue
revelada el miércoles por Ratcliffe durante una audiencia en el Comité Selecto
Permanente de Inteligencia de la Cámara de Representantes. Gabbard agregó,
sin profundizar en la sesión abierta al público que se había reiniciado la
colaboración del gobierno mexicano, rota completamente durante el último año del
gobierno de López Obrador. En la reunión cerrada que sostuvieron, los
funcionarios debieron responder preguntas específicas sobre cómo estaban
planeando la eliminación de los cárteles mexicanos.
Entre más pasan los días, más claro está el nuevo diseño para enfrentar a los
cárteles de las drogas. La incorporación plena de la comunidad de inteligencia en
su combate solo tiene precedente en Colombia, donde la CIA encabezó a finales
del siglo pasado la lucha y desmantelamiento de los cárteles de Medellín y Cali. A
partir de la llegada de Trump a la Presidencia, la agencia adquirió un papel central
en el espionaje de los cárteles en territorio mexicano, mientras que el Pentágono
comenzó a participar en el sellamiento de la frontera terrestre con México y
marítima en el Golfo de México y el Pacífico, militarizándose por primera vez en
Estados Unidos, la lucha contra las drogas.
No hay mucho que pueda hacer el gobierno mexicano para impedirlo. Estados
Unidos midió sus límites y la reacción de México, haciendo visible el espionaje
realizado de manera unilateral, como lo ha sido también el desplazamiento de
buques de guerra en aguas internacionales frente a la zona marítima patrimonial
mexicano. No encontraron oposición. Tampoco había mucho espacio para
resistirse. López Obrador provocó a Washington con su política que favoreció la
expansión del narcotráfico en México y las exportaciones de fentanilo ilegal. La
primera respuesta de la molestia fue la captura de El Mayo Zambada en el
gobierno de Biden; la segunda, la violación de la soberanía mexicana.
Sheinbaum no ha comido lumbre. Hizo concesiones y restableció la cooperación,
enviando el mensaje que sí hay un cambio radical en la lucha contra los cárteles,
aunque discursivamente parezca que nada es distinto al mutis que hacía López
Obrador.

rrivapalacio2024@gmail.com

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