Después de las protestas del 8M en Chiapas y otros puntos de la república
mexicana, y con ello la intervención de ciertos inmuebles en las principales
avenidas, internautas y presuntos “defensores de monumentos”, demeritaron el
movimiento, clasificando a las activistas como delincuentes y mostrando cierta
preocupación ante la laceración de dichos inmuebles.
Lo cierto es que muchos usuarios, convenientemente salieron como defensores de
estos monumentos arquitectónicos, aunque su actuar y apatía demuestren lo
contrario, es preciso señalar la importancia del Patrimonio Arquitectónico y su
repercusión en las protestas.
Los inmuebles y monumentos de una ciudad, sobre todo aquellas que preservan
un auténtico “Centro Histórico”, representan la estética de su época, el paso del
tiempo o en otros casos, la exaltación de valores o personajes según sea el caso.
Desde luego, también esos recintos tienen una función comercial y turística,
siendo estos los iconos más reconocibles de una población. Ejemplos hay
muchos.
Ahora bien, entendiendo este conjunto, es preciso mencionar el valor de la palabra
“iconoclasia”, que alude a una ruptura o rebeldía a las tradiciones, cultos o
herencias que resultan arcaicas, injustas o porque nuevos valores los desplazan.
En este sentido, debemos remitirnos a la toma de La Bastilla en Francia allá en
1789, esta fortificación representó la opulencia del absolutismo francés, y días
previos a la Revolución Francesa, fue utilizada como prisión para castigar a los
disidentes. Por ello su toma representó el comienzo de un movimiento armado que
cambió para siempre la historia. Lo anterior nos indica que, para generar un
cambio benéfico, se deben romper esas estructuras que minimizan o explotan.
México tiene varios ejemplos de iconoclasia: durante las marchas estudiantiles de
1968, la estatua de Miguel Alemán Valdez en CU de la UNAM, fue destruido, ya
que esa estatua representaba el corporativismo institucional que llevó a las
juventudes de ese entonces a la desilusión del sueño revolucionario.
Cuando se dio el levantamiento del EZLN en Chiapas, la estatua de Diego de
Mazariegos en San Cristóbal de Las Casas fue removida, ya que al ser uno de los
conquistadores y fundadores de dicha ciudad colonial, ante la reivindicación y
hartazgo de los pueblos originarios, su presencia era más que incómoda.
Misma situación ocurrió cuando Claudia Sheinbaum, entonces jefa de gobierno de
la capital de México, removió la estatua de Cristóbal Colón en el Paseo de La
Reforma; claro, no faltaron estos hispanistas bufones que se ofendieron cuando
fue retirada, pero en lo recepción actual y bajo los preceptos de descolonización,
preservar estos íconos es grotesco y ofensivo.
Ahora bien, una figura que en los últimos años se ha vuelto el icono de las
marchas, sin duda es la Cabeza Maya o figura de Pakal, que es un tótem de poder
del periodo Clásico en la cultura maya, durante los últimos años y con las
intervenciones para protestar, ese personaje se ha renombrado como la Pakala:
de hecho, la periodista Sandra de Los Santos en sus redes sociales destaca su
importancia en estas protestas y cómo este personaje resignificó el acto
contestatario.
Retomando el tema acerca de los monumentos intervenidos en el Día
Internacional de la Mujer, el debate está en redes sociales ¿Es o no necesario? Sí,
ya que ante los índices de violencia hacia las mujeres no sólo continúan en
aumento, existe indiferencia, negligencia y apatía ante esto, por ello cuando se
intervienen, se logra el cometido: alzar la voz por aquellas que no pudieron.
Respecto a quienes se indignan por el daño a estos inmuebles, es preciso recalcar
algunas situaciones: si bien los monumentos son parte de una herencia cultural,
no están por encima de la apreciación de la vida humana; además, si tanto les
interesa, cuando un inmueble de gran valor histórico es removido en favor de una
empresa transnacional o para que sea el elefante blanco sexenal, poco o nada
dicen, ejemplo de ello la destrucción del Centro Histórico de Tuxtla Gutiérrez o las
innecesarias remodelaciones del Parque Morelos o Bicentenario, según sea el
nombre más cómodo.
Esos mismos que comparte imágenes en redes sociales del personal de limpieza
femenino limpiando después de la manifestación, alegando que ellas son
“verdaderas mujeres”, cuando en su día a día, hacen sus necesidades fisiológicas
en los mismos cuando están en estado de ebriedad, o cuando su equipo pierde,
hacen los mismo, pero sin ninguna intención de protesta ¿Acaso olvidamos aquel
atropello cometido por compatriotas en el Mundial de Francia 98? La cual
ocasionó tensiones con la nación franca.
También es oportuno aclarar que estos mismos actos cometidos por los
normalistas, no necesariamente representan cuestiones iconoclastas, ya que
estos responden a intereses particulares o sindicales, comprometiendo el
bienestar de todos por sus intereses.
En fin, mientras sigan en la impunidad los feminicidios, los casos de acoso, abuso
sexual, violencia vicaria y demás injurias, las protestas de esa índole serán la
alternativa para exclamar justicia.