Hablar de Atlas de Riesgo es para la mayoría de los chiapanecos, un tema
desconocido, tanto que, aunque saben del peligro que representa para la
integridad física el vivir cerca de afluentes o sobre ríos embovedados, los tiene sin
cuidado ya que se ocuparán de ello cuando haya lluvias fuertes, prolongadas, se
presente un sismo o quizás quienes viven en alguna zona donde puede ser
afectado por el deslizamiento de tierra.
Estos escenarios al final son minimizados y no se les da la importancia debida,
una para tener el conocimiento y otra para prevenir futuras catástrofes. Cierto es
que los fenómenos naturales no son prevenibles y por ende a la ciudadanía no le
ocupa ni le preocupa que la autoridad vele por su seguridad.
Sin embargo, ese es justo el problema que viven en las administraciones públicas
sexenales o cada tres años en cuanto a los municipios. Como no da votos, como
el tema es inadvertido y principalmente, rascarle a conocer las estructuras y
profundizar en los riesgos que ello representa, es sinónimo de mucho dinero,
entonces la omisión es característico de cada administración municipal.
Chiapas es una entidad cien por ciento peligrosa por los cientos de sismos que se
registran en el año, por la intensidad de sus lluvias que en los últimos años ya se
han convertido en atípicas, provocadas en gran parte por el cambio climático.
El escenario no es muy halagador, sobre todo, cuando en más del 90 por ciento
de los municipios no se tienen Atlas de Riesgo, es decir, no están identificados por
parte de la autoridad municipal los riesgos que pudieran poner en jaque a la
población, y principalmente, no hay la información ni la capacitación para enfrentar
los problemas al momento en que estos se registren.
Por eso causa temeridad y preocupación la declaración que se asentó en el Diario
de Chiapas que hace referencia que desde hace 20 años el Atlas de Peligros y
Riesgos estatal no ha sido actualizado de manera integral.
Una declaración que hay que tomar muy en cuenta porque pone al descubierto la
insensibilidad de quienes han pasado por las alcaldías, sólo viendo cómo se forran
de billetes sin importarle un comino lo que pueda padecer la población en sus
demarcaciones.
Romeo Palacios Suárez, coordinador de la Asociación Nacional de Profesionales
en Resilencia, dijo que desde el 2004 no hay una actualización de los Atlas de
Riesgo, y esto es muy importante porque se requiere la actualización de un
análisis de las inundaciones, deslizamientos, de los fenómenos que realmente sí
ponen en peligro y en riesgo a población.
Aborda el tema por el interés que ha mostrado el gobierno del estado al encabezar
reuniones relacionadas con el Atlas de Riesgo, pero pone en evidencia que más
allá de ello, se debe llegar a la profundidad de los problemas y en ello la
Secretaría de Protección Civil debe poner sus barbas a remojar.
De lo que se trata no es sólo la prevención ante el registro de fenómenos
naturales, sino que los causes que conllevan a ello no representen un problema al
chiapaneco, al contrario, que tenga la opción garantizada de que su vida no estará
en peligro.

Cuando se presentan las inundaciones o deslaves, apenas empiezan a trabajar
las autoridades. Para el experto, sólo se tiene una cobertura como del 10 por
ciento de los Atlas municipales. Hay muchos municipios que desobedecen esta
disposición. Las cifras no mienten y el decir que el 15 por ciento de los 124
municipios no cumplen, se está hablando de más de 100 municipios que “navegan
de a muertito”, valiéndoles lo que les pueda pasar a la población.
Un atlas es una herramienta de planeación que permite visualizar la vocación del
territorio, orientar el desarrollo social y económico, y aplicar programas de
ordenamiento territorial, y en ello, como dice Palacios, no hay de otra más que
ponerse a trabajar, sobre todo porque los riesgos de inundaciones están a la
orden del día, los sismos nos avisan y los peligros para quienes viven en las
laderas o faldas de los cerros, es interminable.