Mario Caballero
Cinco historias para darnos vergüenza
“En cada niño debería ponerse un cartel que dijera: Tratar con cuidado, contiene sueños”.
Mirko Badiale
PRIMERA
“Yo soy Peso Pluma”, fue lo que escribió un niño de once años en una nota de suicidio en la que explicaba estar cansado del exceso de prohibiciones por parte de su familia.
¿Qué pasó?
Su padrastro lo regañó por escuchar a todo volumen la música de ese cantante de corridos tumbados y, tras una breve discusión, le quitó el celular para que dejara de seguirla escuchando.
Cuando su padrastro fue a buscarlo para despedirse de él, ya que iba para el trabajo, lo encontró sin vida en el patio trasero de la casa, donde había un árbol.
Los hechos sucedieron en la colonia Real del Norte en Piedras Negras, Coahuila. Esta persona dio aviso de inmediato a las autoridades, quienes confirmaron que se trató de un suicidio.
En tanto, la Fiscalía del Estado informó que, en la nota, el niño pidió no culpar a nadie de su muerte, que había sido su decisión y señaló que estaba molesto porque no le permitían ser como él quería y no lo dejaban escuchar la música de su ídolo preferido y vestirse como él.
SEGUNDA
Norma Lizbeth Ramos era una adolescente de 14 años. Murió debido a los golpes que recibió en la cabeza durante una pelea con una de sus compañeras de clase en el municipio de Teotihuacán, Estado de México.
De acuerdo con declaraciones de su hermana Alma Delia, la directora de la escuela y los profesores estaban enterados del bullying que sufría, pero nunca hicieron nada. Inclusive, sus padres fueron a hablar con ellos y la única respuesta que recibieron fue que verían qué podían hacer al respecto.
Tristemente, todo el país se enteró de la muerte de la adolescente a través de diversos videos en las redes sociales.
La pelea entre las dos estudiantes sucedió en las cercanías del colegio, con un montón de niños haciendo un festín de locura a su alrededor, grabando con sus celulares.
Norma, cansada del acoso de su compañera, aceptó pelearse con ella al finalizar las clases, pero la reyerta se dio en condiciones desiguales.
En los videos puede observarse que su contrincante tiene una piedra en la mano, con la que le asesta varios golpes en la cabeza, siendo Norma incapaz de defenderse. Casi ni mete las manos.
La horda de estudiantes que presencia la golpiza sólo se ríe con cada golpe, y se les oye gritar “¡dale más fuerte!” y “¡dale en la cara!”, mientras Norma intenta levantarse del suelo sin lograrlo, donde recibe muchos golpes más.
En otros videos, Norma está con la nariz sangrándole. La tiene rota. Sus padres la llevan al médico para atender sus lesiones y después van con las autoridades del colegio, que suspenden a las dos alumnas y obligan a los padres a repartirse los gastos médicos. En pocas palabras, se lavaron las manos.
En los días siguientes, la niña comienza a sentirse mal. Tuvo náuseas y perdió el conocimiento en varias ocasiones. En uno de esos desmayos ya no despertó. La autopsia determinó que la causa de la muerte fue un traumatismo craneoencefálico, provocado posiblemente por los golpes en la cabeza.
Norma quería terminar la secundaria, luego la preparatoria y prepararse para ser enfermera. Ese sueño se truncó.
TERCERA
También en Piedras Negras, un menor de 15 años se quitó la vida en el interior de su domicilio por el fuerte coraje que hizo al haber perdido una partida en el celular del juego Free Fire.
Según algunos testigos, Humberto, tras perder en el juego, se alejó de sus amigos y éstos al ver que no volvía con ellos se fueron de su casa, dejándolo solo.
Minutos más tarde, sus padres regresaron y tocaron la puerta de enfrente para que les abriera. Volvían de hacer las compras de la despensa. Pero “Beto” no abrió. A la sazón, rodearon la casa para ingresar por la parte de atrás. Fue entonces que su padre lo encontró tirado en el suelo.
Llamaron a la Cruz Roja, pero los socorristas tardaron en llegar. Los padres, ya desesperados, lo subieron a su camioneta y en el camino se toparon con la ambulancia. Ahí los paramédicos lo revisaron, pero el niño ya no tenía signos vitales y su cuerpo presentaba rigidez post mortem. Hacía más o menos 20 minutos de haber fallecido.
CUARTA
En Tabasco, un niño de nueve años se quitó la vida porque le quitaron el celular.
Este hecho ocurrió en la ranchería Potrerillo del municipio de Comalcalco. Horas antes, el niño, que vivía con sus padres en la casa de sus abuelos, jugaba con el celular, pero al realizar una travesura lo castigaron quitándole el dispositivo. De repente, desapareció. Sus abuelos lo llamaron y lo llamaron, pero Gabriel no atendió a los llamados. Así que fueron a buscarlo y lo hallaron colgado en el patio de la casa.
ÚLTIMA
En la puerta de la telesecundaria “Alfredo del Mazo”, ubicada en el antiguo camino a Tecamachalco, en la colonia El Olivo, en el Estado de México, Omar sacó un arma de fuego y le disparó a su compañero Luis Alfredo. Era la hora de la salida.
Luis Alfredo fue traslado de emergencia al Hospital Ángeles de Interlomas, donde después de estabilizarlo lo trasladaron en ambulancia a otro nosocomio en Naucalpan.
Omar se fue a su casa donde se suicidó disparándose con la misma pistola.
De acuerdo con el informe de Enrique Vargas del Villar, entonces presidente municipal de la localidad, Omar era víctima constante de burlas y acoso por parte de sus compañeros. Sólo tenía trece años.
¿QUÉ PASA CON NUESTRA SOCIEDAD?
He traído esas cinco historias para darnos cuenta de lo que está sucediendo en nuestro país, especialmente en nuestros niños y adolescentes. Hace poco, incluso, hablé de un tema similar que está afectando a este grupo de la población, el bullying, que en México ha registrado un crecimiento de casos de 205% entre 2019 y 2024, según el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad México.
¿Qué nos está pasando como sociedad?
Mucho se dice que en los infantes se encuentra la semilla de un mejor futuro. Por eso la madre Teresa de Calcuta decía que “los niños son como las estrellas, nunca hay suficientes”. Es verdad. Pero, paradójicamente, está claro que cada día que avanza los descuidamos más.
Las historias anteriores también las he mencionado para nuestra propia vergüenza, para demostrar que les hemos fallado como sociedad, tanto en su vigilancia como en su educación.
Si esos y muchos otros niños han tomado la determinación de quitarse la vida es porque nosotros no hemos hecho nada o lo suficiente para cultivar los valores en el hogar, porque se nos ha hecho más fácil darles el celular que ponernos a jugar con ellos, porque no supervisamos sus juegos, ni con quiénes se juntan y quizá ni siquiera les preguntamos si están bien o cómo les fue en la escuela.
Es más, nosotros también nos encargamos de meter la música misógina y machista en la casa, misma que muchas veces hace apología del vicio y la violencia, como es el caso de la banda, los narcocorridos y corridos tumbados.
Lo digo con vergüenza: las cinco historias anteriores reflejan la torpeza, indiferencia e incapacidad que tenemos como educadores, padres y sociedad. Para el colmo, y ante este fenómeno social, nuestros gobernantes están más preocupados por las próximas elecciones que por proteger lo más valioso que se les ha puesto en las manos: la vida.
yomariocaballero@gmail.com




