Durante la toma de protesta de la nueva gestión de la COPARMEX en Chiapas,
los integrantes de la nueva mesa administrativa, mostraron cierta preocupación
ante los altos índices de informalidad y ambulantaje que se han presentado en
Chiapas y otros estados.
Lo mencionado, según los propios líderes empresariales, han generado un
estancamiento económico, lo cual consideran, es una de las limitaciones para que
se pueda ejercer ciertas reformas laborales o se augure un mejor crecimiento: tal
es el caso de la reducción de la jornada laboral y la crisis arancelaría que, según
analistas aún falta lo peor, sobre todo para ver los estragos de esta crisis
internacional y cómo afectará a nuestros bolsillos.
Este fenómeno de la informalidad está representado y de manera obvia, en los
ambulantajes, mismos que resultan molestos a quienes tienen negocios
legalmente establecidos: como bien sabemos, quienes comercian por medio del
ambulantaje exponen su mercancía en la vía pública, generando tráfico e
inconvenientes a quienes transitan en las zonas centros, tal es el caso de la
capital chiapaneca y demás municipios.
Dada las precariedades de los bolsillos mexicanos, los vendedores ambulantes
resultan económicamente más viables, ya que ciertos productos como frutas,
verduras o ciertos objetos de uso cotidiano, son más asequibles; claro, el
consumidor a veces no toma en cuenta las condiciones de salubridad, higiene o
de la calidad del producto.
Para los que tienen negocios en las zonas centro, es un dolor de cabeza, ya que
estos comerciantes instalan sus mercancías en las puertas de ese mencionado
negocio, con el descaro de ofrecer el mismo producto que la tienda establecida
vende ahí; para el empresario, resulta molesto no sólo por lo mencionado, sino
porque estos al no tener que pagar impuestos, no enfrentan las responsabilidades
de pagar salarios, impuestos y mejoras en su infraestructura, condiciones propias
de la denominada “libre empresa”.
En esta casa editorial, a través de reportajes, crónicas o material multimedia
hemos registrado como esta informalidad también les ha pasado factura a los
locatarios de los mercados, mismos que enfrentan gastos y demás pesares para
poder subsistir.
También, la piratería y la llegada de comercios chinos, los cuales ya se
encuentran en cada rincón como los OXXOS o Farmacias Guadalajara,
representan una competencia desleal para el comercio local, ya que sus
productos, los cuales son más baratos, pero de mala calidad, son accesibles y
resuelven las necesidades de los ciudadanos de a pie.
Claro, desde hace décadas se ha querido resolver esta problemática, que cada
día iba en aumento: por ejemplo, aquí en la capital se han construido espacios
para que la gente que se dedica al ambulantaje pueda comerciar de una manera
más legitima y que estos generen una contribución al erario: esto ha fracasado y
se puede ver en la plazuela que se construyó enfrente de la Casa de la Cultura
Luis Alaminos en Tuxtla Gutiérrez.
Entonces ¿La informalidad representa una competencia desleal? Sí, pero ésta
responde a las condiciones de desigualdad que enfrenta el resto de la población,
que el salario mínimo no permite siquiera cubrir las necesidades básicas de la
gente, las condiciones laborales no son las más optimas, el desempleo, la falta de
acceso a servicios o bienes.
Claro, culpar a quienes se dedican al ambulantaje resulta clasista, ya que estas
personas se dedican a eso debido a que su contexto así se lo permite, y ante la
necesidad de subsistir o demás carencias, esa informalidad resulta en el sustento
económico de muchas familias.
Así es, el tema de la informalidad a simple vista representa retos muy complejos,
erradicarlo o combatirlo requiere algo más que voluntad o presupuestos, es
generar las condiciones socio-económicas para combatir esa brecha.
Tampoco la solución está en montar operativos violentos, donde estos
comerciantes son despojados de sus mercancías, para luego, como es bien
sabido, los agentes y autoridades se reparten el botín, o como buenos hampones,
les cobran derecho de piso.