La dictadura de la democracia

El “trabajo” a “cien por hora” que realiza Morena y sus aliados en la Cámara de
Senadores para sacar apremiantes y “necesarias” reformas a la Constitución,
mantienen desesperados a una oposición minoritaria que no puede contrarrestar
el aplastante y apabullante accionar del grupo mayoritario.
Los pocos mexicanos interesados en conocer el sentido de las decisiones políticas
para “beneficio” del país, se dan cuenta que no hay futuro halagador que vaya a
recompensar el esfuerzo ciudadano por sacar adelante su trabajo que realizan día
a día.
Hoy más que nunca se está muy lejos de aquella frase histórica que en los
mexicanos se maneja cuando las cosas van saliendo en común acuerdo, sin
pelear, sin discusiones, y menos, sin agresiones: “ya nos vamos entendiendo”.
Efectivamente, el mundo de las redes sociales está tan marcado en cada uno de
los millones de mexicanos que las decisiones políticas que se manejan en la
máxima tribuna del país, no les importa ni les interesa. Hoy las recomendaciones,
los consejos, las recetas médicas, las parodias, los chistes, las peleas de pareja
traducidas en comedia, son el pan de cada día y son lo que se consume
digitalmente a diario o, mejor dicho, cada segundo del día.
Esta apertura a lo que sucede en el barrio, en el municipio, en el estado, en el país
o en el mundo, es lo que consumimos. Los que nos atrapa a través del celular,
pero no para enterarnos de los acontecimientos que están transformando la vida
de México y de cómo se están limitando las decisiones de las personas, pues
dado el momento, cuando quieran protestar, se habrán dado cuenta que ya es
demasiado tarde.
La manipulación a gran escalada que se hace desde las cupulas del poder tiene
hoy al ciudadano maniatado, pero no lo sabe ni le interesa.
Hoy la frase histórica que asentó desde la tribuna el ex priista y actualmente
arropado bajo el manto de Morena, el senador Óscar Cantón Zetina, cuando dijo
que la llamada »Cuarta Transformación» es la «dictadura más democrática del
mundo» nos da la razón de lo que decimos.
La democracia como tal, en toda su extensión de la palabra, ha pasado a formar
parte del pasado. Hoy su accionar la antecede lo que también pudo haber dicho
que es la tiranía o sólo le faltó decir, lo que en su momento pronunció el escritor
peruano, enemigo del régimen de la cuarta transformación, Mario Vargas Llosa,
cuando se refirió a la política que se emprende en México desde el sexenio
pasado como la Dictadura Perfecta.
El senador Zetina tiene razón cuando afirma que la oposición no tiene la fuerza
electoral para derrotar a Morena, partido fundado por Andrés Manuel López
Obrador, porque “es una dictadura …y no podrán incidir en las decisiones de las
grandes mayorías”.
La verdad que en lo primero tiene mucha razón, pasarán algunos años para que
haya contrapesos en la política, dado el avasallamiento que tiene el Ejecutivo
sobre el Judicial, pues si hablamos del Legislativo, ese nunca ha tenido autonomía
para decidir por el bien del país.

En lo que se equivoca o, mejor dicho, quiere vender espejitos el senador, es
cuando afirma que lo que Morena y sus aliados aprueban es porque así lo
decidieron las mayorías en las urnas.
Se engaña a sí mismo o intenta engañar al auditorio pues la gente votó, pero no
para que desbarataran al Poder Judicial o para desaparecer los órganos
autónomos que hacían contrapeso a las decisiones gubernamentales. No, votó por
la esperanza de un partido que cambiara para bien, para darle voz a las minorías,
para respetar los derechos humanos, para extenderle la mano a las madres que
sufren la desaparición de sus hijos, para combatir al crimen organizado, para que
se transparente las investigaciones periodísticas que acusan con pruebas, los
actos de corrupción.
No se trata de hablar en negativo, sino de reconocer que este entramado desde el
poder tiene su fin político, su dosis de empoderamiento, que necesariamente se
monta sobre los más débiles. Ojalá que esta supremacía de aplastar se
reconsidere por el bien de México, para no abrigar esperanzas de que podemos
volvernos una nación que le eche competencia a Venezuela, a Cuba o a
Nicaragua, sólo por mencionar a países del mismo continente donde se ubica
México.

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