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En la vida hay noticias que van y vienen cual si fueran oleaje marino. Una de ésas es la UNACH.
Soy un profesionista orgullosamente egresado de las aulas de la Universidad Autónoma de Chiapas. Fui alumno y después catedrático, puesto que desempeñé por algunos años, aunque de eso ya pasó un buen tiempo.
A pesar del largo periodo transcurrido no dejo de experimentar un sentimiento de satisfacción y pertenencia por mi alma máter. Ahí, muchas generaciones descubrimos que existe un horizonte más allá de lo que alcanzamos a ver a simple vista y, en lo personal, ha sido más que una escuela: es una de las partes más importantes de mi desarrollo personal y formación profesional.
Por eso, cada vez que me he enterado de un nuevo caso de abuso de poder por parte de las autoridades universitarias, o de escándalos de corrupción o delitos contra la comunidad estudiantil especialmente, me provocaba coraje y asco. ¿Y cómo no sentirlo? Si alguien que considera como su casa el lugar donde obtuvo y aprendió a usar las herramientas con las que hoy se abre paso por la vida, es lógico que sienta enojo cuando ve que está siendo pisoteado.
QUÉ CORAJE
La Unach entró en funciones formalmente el 17 de abril de 1975, pero su nacimiento se remonta a por lo menos ocho meses antes, cuando el entonces gobernador Manuel Velasco Suárez sostuvo conversaciones con un representante de la UNESCO de apellidos Díaz Lewis, con el propósito de definir la fundación de una nueva institución de educación superior en el estado. En otras palabras, el objetivo era que Chiapas tuviera su propia universidad.
El primer rector fue el contador Federico Salazar Narváez, quien le dio a la universidad un empuje en la calidad educativa, estabilidad y progreso. Los suyos fueron años de gestión, trabajo incansable al lado de los docentes y alumnos, y se ofrecieron programas académicos que respondían a las demandas laborales del momento, proporcionando un ambiente propicio para la investigación y el pensamiento crítico.
Con la puesta en marcha de la Unach, los jóvenes ya no tenían que salir a estudiar a otro lado y la sociedad chiapaneca se vio altamente beneficiada. Pues en su rol como formadora de capital humano especializado, generadora de innovación y conocimiento, la universidad se convirtió en motor de progreso económico y social al solucionar problemas y vincularse con la comunidad.
Asimismo, ofreció oportunidades de desarrollo profesional y crecimiento laboral, con mejores salarios y estabilidad.
Sin embargo, las luchas por el control de la institución metieron a la universidad a un periodo de desequilibrio y conflictos, pues la Unach siempre ha sido un delicioso platillo de poder y recursos para hombres ambiciosos.
Muestra de ello fue la abrupta salida de Salazar Narváez, en 1979, quien durante el primer informe de actividades de su segundo periodo consecutivo como rector de la máxima casa de estudios de Chiapas denunció la desestabilización que amenazaba a la institución.
Así lo dijo: “Es realmente indigno que cuando nos entregamos al trabajo, seamos distraídos o impedidos de hacerlo por los embates de quienes buscan la destrucción de nuestra universidad”.
Quince días después fue obligado a renunciar al cargo en medio de un clima de anarquía y caos. De ahí en adelante, la Unach ha pasado por periodos complicados, absurdas luchas internas por el poder y desasosiego.
En tiempos más recientes, la universidad ha sido sacudida por imposiciones motivadas por el pago de viejas facturas políticas. Como fue el caso del doctor Ángel René Estrada Arévalo, quien fue impuesto en la rectoría para protegerlo de los abusos y errores que cometió durante su malograda gestión como secretario de Salud en el gobierno de Pablo Salazar Mendiguchía.
Otro caso fue el del ginecólogo Carlos Eugenio Ruiz Hernández, quien al concluir su periodo salió de la rectoría bajo acusaciones de haber desfalcado a la universidad por mil 800 millones de pesos. Aunque otras versiones denuncian que el daño financiero pudo alcanzar los 2 mil 300 millones.
Ni hablar del exrector Carlos Natarén Nandayapa, denunciado por corrupción, venta de plazas, despidos injustificados de docentes y administrativos, enriquecimiento ilícito y, como la guinda en el pastel, la Fiscalía General de la República lo investigó por el delito de usurpación de profesión, ya que un documento de la UNAM confirmaba que no tenía registros de haber expedido algún grado académico de maestría y doctorado a su favor.
LA NUEVA RECTORÍA
Hoy, en cambio, con el rectorado del Dr. Oswaldo Chacón se ha inaugurado una etapa de recuperación de los valores que le dieron vida a la Unach que ahora se encamina a la excelencia educativa, con un profundo compromiso social y académico, con una fuerte promoción cultural, artística y deportiva.
Cuando antes hablábamos de corrupción, saqueo y abusos, ahora bajo esta nueva visión la Unach está restableciendo el vínculo perdido con la sociedad, siendo partícipe de la transformación de Chiapas mediante la formación de profesionistas competentes, y colaborando de manera activa en programas de gran calado como Chiapas Puede, que busca eliminar el analfabetismo en la entidad.
Ejemplo de esto último es la entrega que hizo el rector Chacón Rojas recientemente de reconocimientos a diez educandos que acreditaron los conocimientos básicos en el tema educativo, quienes ahora saben leer y escribir y esto les ha cambiado la vida.
Por otra parte, está el esfuerzo por fomentar en los jóvenes el desarrollo de nuevas competencias profesionales, la cooperación académica internacional, la creación de espacios abiertos y respetuosos, como mesas redondas, conferencias y talleres dentro del Plan de Interculturalidad de la Unach 2025-2030, puesto en marcha en esta gestión.
En estos tiempos en los que se han trazado líneas de acción y estrategias para recuperar la paz y el tejido social, la Unach ha abierto espacios destinados a consolidar la convivencia armónica, la inclusión y el respeto irrestricto a los derechos humanos, donde participan todos los integrantes de esta gran comunidad universitaria.
Y como botón de muestra del fortalecimiento académico institucional está la acreditación del programa educativo de la licenciatura en Pedagogía en su modalidad escolarizada. De hecho, la Facultad de Humanidades se posiciona hoy en día como la que reúne el mayor número de docentes de tiempo completo que cuentan con el perfil PRODEP del país. Un logro destacable.
En este brevísimo recuento de acciones no podemos omitir la primera empresa universitaria derivada de la Marca Unach, INTELECTA, que es una consultoría universitaria que busca transformar el conocimiento en soluciones estratégicas al servicio del desarrollo económico, social y ambiental de nuestro estado, país y Latinoamérica.
Decíamos al inicio que hay noticias que van y vienen cual si fueran oleaje marino, y la Unach está siendo un oleaje de buenas noticias. Felicito al rector Oswaldo Chacón por estos resultados, sólo le pido que refrende su nivel de compromiso para que nuestra universidad haga honor a su distinción de benemérita.
yomariocaballero@gmail.com