Hilaridad y Espectáculo: La Visibilización de los aspirantes al Poder Judicial en Tik Tok

El Hipsterbóreo Por Luis Fernando Bolaños Gordillo

TikTok es la red socio digital más utilizada por los aspirantes a jueces y
magistrados de Circuito, magistrados de los tribunales electorales del Poder
Judicial de la Federación y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
debido a que sus condiciones técnicas dan mayores posibilidades de atraer la
mirada y la simpatía de millones de personas que, paradójicamente, no tienen
conocimiento de sus biografías, trayectorias y propuestas.
En su ansiedad por agradar a millones de usuarios, ciertos personajes han dado
mucho de que hablar por aparecer bailando, compartiendo banalidades
personales, reproduciendo chistes y, sobre todo, por presentarse de manera
humorística; más que ser aprovechada para ser un medio de propuestas, esta red
acumula y reproduce un espectáculo que caracteriza la decadencia de las
condiciones modernas de producción de imágenes.
De acuerdo con el portal Data Reportal, hay más de 1500 millones de usuarios en
esta red y se estima que en México hay aproximadamente 80 millones de
personas activas; estas cifras motivan a los aspirantes y a sus asesores -si es que
se les puede nombrar así-, a usar esta red porque es la que prefieren los jóvenes,
quienes pueden pasar hasta cuatro horas diarias viendo contenidos.
Este fenómeno mediático debe motivarnos a cuestionar qué aporta a la vida
democrática de nuestro país en una elección sui géneris el hecho de que ciertos
aspirantes reproduzcan estrategias propias de influencers para posicionarse con el
público. Igualmente, es menester analizar qué efectos tendrá este modo de operar
en futuras elecciones dado a que en ésta se banaliza la figura de quien imparte
justicia.
En el centro de esa hipervisibilización está el significante humorístico y, lejos de
ser capaces de develar cualidades y valores como honradez, reputación,
experiencia, liderazgo o trayectoria, ciertos personajes han elegido ser mostrados
de manera hilarante dando paso a una hiperrealidad donde el ser lleno de
propuestas fue mandado a las sombras para ser sustituido por un comediante.
El significante humorístico reafirma que el fin justifica los medios; conforme a ese
trazo, los modos de aparecer de estos comediantes son síntoma de un sistema
tragicómico en el que se despliega un espectáculo que corresponde a las
características alienantes neoliberales: el sentido del humor también coloniza. Más
que mostrar sus propuestas o credenciales en materia de justicia, estos
personajes que decidirán en el futuro sobre nuestros asuntos legales, se limitan a
ser un mal chiste de sí mismos.
Los filósofos franceses Félix Guattari y Gilles Deleuze expresaron desde los años
setenta del siglo pasado, que el capitalismo se expresa a través del deseo y
ciertos aspirantes en su calidad de seres deseantes no tienen inconveniente para
asumirse como influencers y reproducir humorísticamente su subjetividad. Este
proceso electoral debería ser un asunto serio, pero la necesidad de viralizarse ha

llevado a esta nueva horda de bailarines y comediantes a conectarse con la gente
de esta manera.
Estos modos de representarse en Tik Tok es fruto de la relación histórica entre el
ejercicio del poder y la manipulación del sentido del humor; éste ha sido instituido
durante lustros por la maquinaria neoliberal en películas, telenovelas, series,
programas de comedia y stand ups, trayendo como consecuencia que la sociedad
normalice este tipo de contenidos. Es preocupante que la comedia barata se esté
convirtiendo en una forma de participación política, esto hace visible la cara de un
país que tiene sectores que se identifica con las banalidades.
El filósofo Guy Debord (1995) ironizó escribiendo que “El espectáculo que invierte
lo real es efectivamente producido. Al mismo tiempo, la realidad vivida se
encuentra materialmente invadida por la contemplación del espectáculo, y retoma
en sí misma el orden espectacular dándole una adhesión positiva”. Como
mercancías digitales, estos comediantes no existen en lo real, no alcanzan la
categoría de plenitud; sus videos tienen solamente una función figurativa
mediadora entre lo que se quiere mostrar y lo que la gente desea ver.
El sentido humorístico fragmenta a estos seres y esa parcialidad impide que
transciendan el contexto de las condiciones históricas del sistema de justicia en
México, porque lo que están de por medio en esa plataforma de videos son sus
ocurrencias y el espectáculo hilarante que generan; no hay un ser y existir en esos
videos en el pleno sentido de la palabra, solo un aparecer sin ser
Jean Baudrillard (1996) fue contundente al escribir que «Con la modernidad,
entramos en la era de la producción del otro. Ya no se trata de matarlo, devorarlo,
seducirlo, rivalizar con él, amarlo u odiarlo; se trata fundamentalmente de
producirlo. Ya no es un objeto de pasión, es un objeto de producción».

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