A finales del mes de noviembre, la Fundación Toledo en aras de apoyar al arte, la cultura y la educación, estableció una alianza muy importante con un nuevo centro cultural independiente: la Casa Miel, dirigido por la gestora cultural Mitzy Tenorio, quien ya lleva años de experiencia en ese sector y su labor ya es reconocida por los hacedores del arte y la cultura, respectivamente.
El espacio en cuestión se encuentra ubicado en Berriozábal, Chiapas, un municipio que en los últimos años ha tenido un impulso importante en el tema del turismo cultural, revalorando a los artesanos del lugar y los nuevos talentos jóvenes que están poniendo en alto a dicho municipio.
Como bien abordamos en estas líneas editoriales, el arte y la cultura en Chiapas y México, respectivamente, suele venir del sector gubernamental, que ante los recortes presupuestales, malas gestiones y poca valoración al trabajo de los artistas y creadores, estos últimos sufren el castigo a esa inoperancia y negligencia, dejando entrever la precariedad que este sector cada día padece.
Por ello, es importante celebrar cuando el sector empresarial, que en ciertos casos han sido grandes benefactores del arte y la cultura, y que mejor manera de lograrlo, a través de alianzas que con el paso del tiempo genere semilleros creativos, nuevos mercados, fomenten la identidad, el turismo y una derrama para la economía creativa.
En la historia de Chiapas, la cultura casi siempre ha recaído en sus instituciones gubernamentales y bajo las iniciativas de grupos intelectuales; recordemos que por allá de los años 50 con la influencia de los exiliados españoles y la presencia de grandes intelectuales como Rosario Castellanos, Jaime Sabines, Armando Duvalier, por mencionar algunos, dieron origen al Ateneo de Ciencias y Artes, fundamental en la vida cultura del Chiapas del siglo XX.
Ahora bien, las instancias como el extinto Instituto Chiapaneco de Cultura (ahora Coneculta) e instituciones afines a la educación, han dado grandes satisfacciones a la vida cultural del estado. Pero ¿Dónde estaban los empresarios? Si estuvieron ahí, pero con mínimas aportaciones, por ello que instituciones empresariales o fundaciones establezcan alianzas con gestores y creadores artísticos resultan satisfactorias, ya que permitirán mayores canales y medios para talentos emergentes.
A la par de las instituciones culturales, también se han gestado espacios culturales independientes, que, a pesar de las precariedades sociales, resisten. En estos espacios, se han impartido talleres de diferentes disciplinas, siendo estas un semillero para futuros artistas y creadores.
Lamentablemente, la pandemia casi los extingue, ya que, al no tener eventos, ingresos por sus talleres y afluencia, estos se vieron limitados con las actividades en línea, que para nada era igual a lo presencial. Sumado a que todos los sectores estaban en picada.
Ejemplos de estos espacios hay muchos, prueba de ello es la Galería Disner, que bajo la dirección de la escritora y dramaturga, Damaris Disner, se sostiene, siendo un punto de encuentro para infancias y demás hacedores; asimismo, han surgido otras iniciativas, principalmente en bares o restaurantes, mismos que permiten las tertulias literarias o exposiciones de arte, estableciendo una narrativa a favor de la economía naranja. También, la Canirac Chiapas con algunas de sus iniciativas han puesto de su parte, como es el caso del Win and Book.
Pero, desafortunadamente, algunos espacios independientes se han ganado una mala fama, perpetuando el mal estereotipo de que los artistas y creadores son “viciosos” o “vagos”; lo anterior quedó demostrado en el conocido foro “Casa Forito”, el cual albergó a ciertos parásitos de la cultura.
En fin, la alianza entre la Fundación Toledo y Casa Miel, sin duda darán frutos, y serán la antesala de futuros talentos y mejorará el panorama del arte y la cultura.




