El suplicio de Fernández Noroña 

Hoy el llamado unánime de la élite política, sí, aquella que ha dividido al país, que se ha adueñado de los espacios públicos que por democracia no les correspondían, pide, casi implora para que todo el país se una para defender la soberanía de México ante lo que llaman los atropellos de Donald Trump, el presidente de los Estados Unidos que no sólo amenazaba a la nación con impulsar políticas radicales, sino que las ha cumplido, las está llevando a cabo a tres días de haber tomado posesión.

Espantarse porque aplicará aranceles comerciales para todo producto que ingrese a su país o la deportación masiva de migrantes mexicanos que manda a “tirar” a la frontera norte, no es nada nuevo. Lo dijo y lo advirtió y lo está cumpliendo.

La respuesta, como era lógico, tendría que venir a cuenta gotas, pero la situación se agrava no porque no haya la intención de apoyar al deportado, sino porque esos programas que impulsa el gobierno federal son tan pobres que hasta los primeros mexicanos que regresaron traídos contra su voluntad, decidieron no aceptarlos y emprender camino hacia sus lugares de origen por sus propios medios.

Ahora sí que los migrantes regresan, así como se fueron para el terruño estadounidense, sin nada, sin recursos, hasta sin ropa, con la impotencia de haberse truncado su vida, de luchar con todo y contra todo, y al final, sin resultados, empobrecidos, desilusionados.

Este problema social, político y económico, sin duda, es el principal conflicto al que se enfrenta la presidenta Claudia Sheinbaum. Al llamado de unir fuerzas se dejó a un lado el discurso ofensivo, denigrante y avasallador que desde el Congreso de la Unión se secundaba, meses atrás de este agravio, en atención a la orden que se dictaba desde el partido en el poder, desde el poder mismo.

La situación para México y sus fronteras norte y sur preocupa y ocupa a las autoridades. Tan es así que las voces de auxilio se dejaron escuchar desde la misma presidencia del Senado de la República, con un Gerardo Fernández Noroña, que clamaba a los partidos de oposición, a los fifis, a los insensibles, a no regatear el respaldo a la figura presidencial.

Pero no se trata de apoyar de manera incondicional a la mandataria nacional, sino de cerrar filas al discurso xenofóbico de Trump, de su enferma venganza por sobajar a los mexicanos, a quienes hace menos.

Tan falso se escucha el llamado de Fernández Noroña de salir en defensa de los “héroes y heroínas migrantes”, que para la oposición sus palabras no fueron tomadas en cuenta y se refugiaron en la postura de la presidenta Claudia Sheinbaum para defender la soberanía de México.

Y en particular el rechazo al posicionamiento de Fernández Noroña no porque no tenga razón, sino porque viene justamente de alguien que se ha burlado de los senadores y diputados que han hecho uso de la tribuna para ser tomados en cuenta, para que sus iniciativas sean consideradas como un aliciente a la situación que vive el país, pero éstas, lamentablemente, se han ignorado y engavetado.

Pero no, la omisión y el desplante han sido, desde que asumió la titularidad de la Mesa Directiva del Senado de la República, la premisa fundamental del parlamentario. Ante las circunstancias, su arrogancia, insolencia y petulancia con la que conduce contra sus adversarios políticos quedaron enmarcados en el pasado.

Hoy bajó la cabeza y no le quedó otra más que hacer uso de la tribuna para llamar a la unidad, a una unión generalizada en la que ya nos imaginamos que le está hablando a Alejandro Acosta Naranjo, su acérrimo enemigo de la política con la que vio frenada sus ínfulas de poder, donde su vanidad y soberbia entonaba en cada ocasión en la que hacía uso de la voz en las sesiones del Consejo General del Instituto Nacional Electoral contra el personaje militante y fundador del extinto Partido de la Revolución Democrática, y que dejaba hablando solo, levantándose de su asiento, salirse del salón del pleno para regresar cuando éste había concluido su participación.

Este contraste de un Gerardo altanero, sabelotodo, protegido por el partido al que se acurrucó, dista mucho de la amabilidad, de lo afable y diligente que se portó para invitar a sus correligionarios a hacer un frente común contra los Estados Unidos, en particular contra las medidas que ya puso en práctica el presidente Donald Trump. 

El presidente de la Mesa Directiva desvaría en su posición cuando critica que no puede el país vecino del norte interferir en los asuntos internos de México, como es el tema de los cárteles, cuando él ha sido de los que se han negado a que se investigue la posición que juegan gobernadores como Rubén Rocha en Sinaloa, quien tiene todo en contra ante los señalamientos de que está confabulado con un grupo criminal.

Así no se puede porque su posición debería ser neutral, aunque al final, la oposición le ha dado una cachetada con guante blanco al manifestar todo su apoyo, no a él, sino a la presidencia de la República.

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