El odio hacia “Emilia Pérez”: el problema de la “apropiación cultural”

Con la resolución de los Oscares 2025, los mexicanos y latinoamericanos manifestamos alegría: en primer lugar, por el galardón del filme “Aún estoy aquí” para Brasil; pero, el goce más enérgico fue cuando la película de “Emilia Pérez” perdió premios en categorías importantes, claro, eso no eximió que se llevara el premio a Mejor Actriz de Reparto y Mejor Canción, enardeciendo aún más a los mexicanos.

Editorial

Con la resolución de los Oscares 2025, los mexicanos y latinoamericanos
manifestamos alegría: en primer lugar, por el galardón del filme “Aún estoy aquí”
para Brasil; pero, el goce más enérgico fue cuando la película de “Emilia Pérez”
perdió premios en categorías importantes, claro, eso no eximió que se llevara el
premio a Mejor Actriz de Reparto y Mejor Canción, enardeciendo aún más a los
mexicanos.
Si bien, hubo cierta “justicia” en esa ceremonia de premios, la cinta tan sólo es uno
de tantos ejemplos deplorables de un problema que se está viviendo en México y
Chiapas: la apropiación cultural.
Este concepto está relacionado con la “gentrificación” y hasta van de la mano, la
diferencia radica en la usurpación de tradiciones, costumbres y cultura, ejercido
por un país dominante contra una población originaria, marginal o de una posición
social menos favorable; esto no se debe ver como un sincretismo cultural en esta
era global, sino un acto hegemónico y un neocolonialismo.
Por otro lado, en estas apropiaciones que son vistas desde la perspectiva de
Occidente, cuando son tomadas, muchas veces ignoran el significado y las
creencias de quienes lo toman, desvirtuando y mal interpretando las tradiciones.
Ante esta problemática, entran las legislaciones y la UNESCO; hace un año, a
finales de febrero, en el Congreso del Estado de Chiapas, aprobaron que la
Gastronomía Chiapaneca fuera patrimonio cultural, esto blinda a nuestra herencia
culinaria de incursiones mercantiles y mercenarias. En lo que respecta a la
UNESCO, cuando esta organización resguarda una tradición, también blinda a los
locales de que su tradición sea utilizada para fines lucrativos que afectan a la
tradición, tal es el caso de la Fiesta Grande de Chiapa de Corza, que ya es
reconocido como parte del Patrimonio de la Humanidad.
En contraste, la Guelaguetza que, si bien rescata la tradición en Oaxaca, ya sufrió
los estragos de la gentrificación y la apropiación cultural, desplazando a los locales
de vivir su tradición que les pertenece.
Algo similar ocurrió con los bordados de los pueblos originarios, donde marcas de
moda de gran renombre internacional lucraron con sus diseños, lo que representó
problemas legales, indignación y huecos en las legislaciones. Además, se suma la
ignorancia de quienes se apropian de estos productos: tal es el caso Anette
Cuburu, quien en 2020 compartió en sus redes sociales, unos textiles que ella
estaba comercializando en su marca, esto ocasionó que borrara su publicación.
En la academia y en las universidades se presenta con más frecuencia muchos
académicos provenientes de países europeos, universidades norteamericanas o
del centro país, también son gentrificadores y usurpadores de la cultura: esto ha
sido un problema en las aulas de universidades chiapanecas como la UNACH o la
UNICACH, donde dichos docentes con ínfulas de querer llevar a los chiapanecos
la civilización, denotan la cultura local o se apropian de las investigaciones de los
alumnos, no sin antes ejercer violencia para que estos abandonen su proyecto,
ejemplo de ello y es un secreto a voces, una docente de origen holandés en la
maestría de Historia del UNICACH o el infame catedrático e investigador, Ricardo

Valencia Cuellar: eso sí, estas sátrapas han sabido vivir a costa de nuestra historia
y cultura.
Respecto al cine, debemos remitirnos al caso de la película “Coco”, que durante
su preproducción, el filme tenía como título tentativo “El Día de los Muertos”; en
caso de que se hubiese titulado así, hubiese generado un precedente garrafal.
Claro, la cinta representó de manera respetuosa a la cultura mexicana, sus clichés
y desde luego los estereotipos que el Cine de Oro Mexicano implantó en el
imaginario colectivo.
Pero, no podemos decir lo mismo de “Emilia Pérez”, donde sólo México es un
escenario más de una cinta ridícula, estereotipada y burda, que tan sólo cae en la
infamia cada que vez su reparto, director e involucrados abren la boca.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *