El Miedo como instrumento de control social
Luis Fernando Bolaños Gordillo
¿Qué factores influyen para que el miedo haya sido transformado en un instrumento de control social? El miedo es una de las emociones básicas y actúa como un mecanismo de defensa ante todo tipo de amenazas; cuando éste es desproporcionado puede afectar la vida cotidiana de quien lo padece y alimentar pensamientos e imágenes paralizantes.
Como instrumento de control el miedo viene aparejado con el devenir de las civilizaciones y sus estructuras políticas; las religiones se han encargado de propagarlo a través de la lucha entre el bien y el mal, tema que alimenta sobremanera a la literatura y al cine de terror, siendo este último un espejo del lado oscuro de la condición humana.
Desde tiempos inmemoriales el miedo está presente en los mitos, las leyendas y los cuentos; actualmente viaja por la literatura, la cinematografía, los podcasts o los terribles escenarios de la nota roja. La violencia y la muerte forman parte de la vida cotidiana y la gente tiene el temor de convertirse en parte de las estadísticas de los levantones, homicidios, extorsiones o cobros de derecho de piso.
El miedo en su carácter estructural ha sido analizado por diversos filósofos y para Thomas Hobbes es un mecanismo que permitió la creación de una gran estructura que controla a la sociedad imponiendo ciertas normas; en su nihilismo expresó que el objetivo encubierto era contener acciones agresivas que desembocaran en anarquía. Desde esta perspectiva son minorías las que imponen miedo a las mayorías.
En este sentido, el miedo es un mecanismo que ayuda a estratificar permanentemente todo lo que amenaza al orden social; pero lo que hay que analizar a fondo es el papel que el Estado se asigna a sí mismo para proteger el bienestar y la vida de los ciudadanos. El Estado es a la vez la causa y la solución para todos estos males, y el miedo es un instrumento que paraliza la acción colectiva.
Sabemos de antemano que no podemos alzar la voz ante el aumento generalizado de la violencia, precisamente por el temor de sufrir represalias que pueden llegar hasta la muerte; el miedo paraliza el pensamiento crítico y también lo hace con el derecho de asociación, el derecho de réplica o la búsqueda de justicia. No son pocas las películas, series, novelas o canciones que versan sobre personas que han perdido la vida en búsqueda de justicia.
Estructuralmente hablando el miedo sirve para estigmatizar a quienes tienen un pensamiento crítico o a los que profesan creencias religiosas distintas; los medios y redes sociodigitales tienen la potencialidad de fortalecer fronteras culturales, religiosas, políticas, de género, entre otras, que se justifican en el bienestar de la sociedad.
Así, el miedo fue transformado en un orden que impone ya no tan sutilmente pensamientos imaginarios, distorsionados y catastrofistas; a diferencia de Hobbes, que remarca el papel de la regulación de los comportamientos, Montesquieu analizó las condiciones históricas donde se enmarca la propagación del miedo. Esto influye para que la gente acepte enemigos imaginarios y estigmatice sus formas de pensar o de expresarse.
Montesquieu señaló que el terror es una reacción colectiva que anula a los agentes considerados como nocivos; el capitalismo, a través de los comics, creó desde los años cuarenta del siglo pasado una serie de héroes que luchaban contra agentes extraterrestres o bien contra personajes que encarnaban formas siniestras. Un claro ejemplo es el Guasón, cuyo lenguaje y actitudes mostraban un desencanto por la sociedad alienada por los medios, la superficialidad y el consumo.
Las películas de Rambo en los años ochenta y noventa impusieron estereotipos a las sociedades árabes y, de paso, promovió al imperialismo cultural estadounidense como una instancia capaz de mantener la paz y el orden mundial. En esta tesitura el miedo y el terror son consecuencias del poder totalitario; su efecto llega a tal grado que pocos se preguntan qué hay detrás de cada guerra o invasión.
El objetivo de esta entrega fue analizar la manufacturación mediática del miedo y sus efectos paralizantes; el sistema siempre tendrá a la mano productos audiovisuales que tienen como objetivo instituir temor ante lo que se considera nocivo. Ya no estamos hablando del miedo en su carácter sobrenatural sino de todo aquello que emana de la condición humana sobre todo del ámbito político.
El miedo y el terror visibilizan los mecanismos que permiten el dominio de unos sobre otros; los medios, tácticas, estrategias y nuevas políticas que los gobernantes, religiones o empresas usan para controlar a la sociedad evolucionan a tal grado que vivir con miedo es normal y que esto se convierte, paradójicamente, en una mercancía.




