¡Qué coraje! La transparencia se esfuma
El México libre y autónomo por el que se luchó desde finales del siglo pasado y primera década del XXI está a punto de claudicar, de desaparecer. Los escenarios de control absoluto lo están viviendo y padeciendo los mexicanos.
La llamada Cuarta Transformación no tiene llenadera -dicen los partidos de oposición-, y se refieren a la destrucción total de las instituciones que se tenían consolidadas hasta hace siete años. Al partido que hoy gobierna en México le han bastado siete años para ir dejando al país parecido a un desierto, sin alternativa de desarrollo y sí de sumisión.
El poder absoluto que Morena se agandalló para obtener la sobre representación en el Congreso de la Unión ha sido el inicio del poder absoluto que ya tiene y con el cual opera, sin la menor oportunidad, para someter a los partidos opositores.
La desaparición de los órganos autónomos es la prueba de ello. El INE dando patadas de ahogado, con una resistencia a doblarse, pero que al final, la estrategia gubernamental de coaptar el liderazgo de Guadalupe Taddei y de otros cinco consejeros generales, ha orillado a aceptar las decisiones planeadas con antelación.
El INAI, el Instituto Federal de Telecomunicaciones, la Comisión Federal de Competencia Económica, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social; el control del Inegi, son entre otros, las instituciones que han pasado a mejor vida y en último de los casos, trabajan a medio gas, bajo lo que le digan desde las altas esferas.
Todo esto viene a colación por el zafarrancho que se registró en la sede cameral de la Ciudad de México, donde mujeres diputadas volvieron a revivir el circo que se escenifica cuando se trata de aplastar, por un lado, y por otro, de defender lo que la minoría cree que es lo mejor para los mexicanos, y en este caso, para los que habitan en el extinto Distrito Federal.
El lunes, los medios de comunicación dieron cuenta de los codazos, jalones de cabello y una que otra mentada de madre entre las representantes populares de Morena y el PAN, quienes disputaban la aprobación de la reforma a la Constitución de la Ciudad de México de la Ley de Transparencia, sí, esa que a nivel nacional quedó muerta y hoy en día, el ciudadano no tiene opción de ventilar sus casos con transparencia y legalidad.
Incluso los propios medios de comunicación tradicionales, los que reforzaban sus reportajes o investigaciones periodísticas, han quedado desamparados debido a que sus solicitudes de información que tienen contra alguna institución o funcionario vigente en la administración pública federal no le son respondidos, son esquivados o simplemente, no procede tal petición porque no hay información “actualizada”.
El espectáculo fue bochornoso para una élite que se dice preparada, honesta, que legisla los problemas que padece México. Pero, no, las diputadas sacaron el cobre y escenificaron eso que a México le está doliendo en el alma por no saber gobernar, por no aplicar la ley con firmeza o por estar coludidos con los grupos antagónicos: la violencia.
El del lunes fue el claro ejemplo de la impotencia de una oposición que sabe que no tiene los votos suficientes para hacerle frente a las iniciativas que se han presentado en los congresos de los estados y en la Cámara de Diputados y de Senadores.
El del lunes fue la muestra de que no hay consensos, no hay la mínima posibilidad de acordar los temas torales que le harán daño al país. El escenario registrado por las cámaras de televisión y medios electrónicos sólo lo tienen para la historia.
El Congreso capitalino quitó que el pleno del Instituto de Transparencia local ya no sea integrado por tres comisionados, sino que sea sustituido por un órgano sectorizado a la Secretaría de la Contraloría General, con un solo comisionado. Es decir, lo mismo que padeció el INAI.
Los contrapesos se eliminaron y se limita el derecho de los ciudadanos de acceso a la información pública. Esta película ya la conocemos, así que el espectáculo fue parte del show para desviar la atención del fondo del asunto.
La Ciudad de México es un ejemplo de lo que seguirá pasando en las restantes 23 entidades del país gobernados por Morena y sus aliados. Como bien dijeron en la sede cameral, se estranguló la transparencia, que era el objetivo planeado. La reyerta fue la cereza del pastel para intentar olvidar las penas. ¡Qué coraje!




