Dos extradiciones, dos incógnitas

Estrictamente Personal Por Raymundo Riva Palacio

Dos procesos de extradición en estos días, uno exitoso y otro fallido, han pasado
casi desapercibidos. El exitoso es el de Jesús Ricardo Patrón, apodado el H-3,
líder de la organización criminal nayarita que surgió de los restos del cártel de los
hermanos Beltrán Leyva, que este lunes llegó a la Corte de Brooklyn con pase
automático a la cárcel. El fallido es el nuevo amparo que obtuvo Rafael Caro
Quintero, uno de los fundadores del Cártel de Guadalajara, acusado del asesinato
y tortura del agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar. Con el primero regresa
a la turbulencia el caso del general Salvador Cienfuegos, exsecretario de la
Defensa; con el segundo se sigue cumpliendo una decisión del expresidente
Andrés Manuel López Obrador.
Caro Quintero purgaba una condena por 40 años de prisión cuando en 2013,
luego de haber estado en la cárcel 29, fue liberado por un tecnicismo legal -que
fue juzgado en tribunales federales y no en uno local por el delito de homicidio-,
ante el descuido de la entonces Procuraduría General de la República. Su
liberación enfureció al gobierno de Estados Unidos porque el viejo capo
desapareció de la escena pública. Ante la falta de respuesta del gobierno, la DEA
promovió un juicio civil en 2019 para lograr su extradición.
La llegada de Andrés Manuel López Obrador no cambió la actitud del nuevo
gobierno, y desde un principio comenzaron las presiones para su detención y
extradición. William Barr, el entonces procurador en el primer periodo de Donald
Trump se lo pidió varias veces al gobierno mexicano, pero se quedó esperando. El
gobierno de Joe Biden mantuvo la exigencia, pero también lo ignoraron. Cansados
de las mentiras de López Obrador, el 12 de julio de 2022 cambiaron los términos
institucionales.
Durante una visita de trabajo a Washington, poco antes de entrevistarse con
Biden, López Obrador fue a un desayuno con Kamala Harris a la residencia oficial
de la entonces vicepresidenta, en el Observatorio Naval, donde lo único que no
existió fue cordialidad. Harris le exigió la captura y extradición de Caro Quintero.
Para que no hubiera más pretextos, Harris le dio las coordenadas en donde
podían encontrar al criminal, que para entonces ya había creado una nueva
organización de narcotráfico, el Cártel de Caborca, y demandó que la Marina
hiciera el operativo.
El viernes siguiente, Caro Quintero fue detenido por un comando de la Marina.
López Obrador cedió a las presiones, pero su equipo de ideólogos, un grupo de
aventureros radicales e ignorantes encabezados por el monero de La Jornada,
Rafael Barajas, El Fisgón, le sugirió que no lo extraditara. Esa fue la decisión, que
había sido incentivada por algo más. Abogados en la Corte Este de Distrito en
Brooklyn, saben que Caro Quintero inyectó dinero a las campañas de Morena, que
entregaba personalmente un familiar del viejo capo a López Obrador.
Parece una locura que esto sucediera, porque un presidente o un funcionario de
alto nivel no tiene jamás ese tipo de contactos. No fue el caso de López Obrador,

que tuvo otro tipo de encuentros, algunos poco frecuentes u otros regulares, como
un influencer de Culiacán que solía llevarle mensajes de los chapitos, producto de
comportamientos inexplicables, si eran derivados de su soberbia, de su profundo
descuido o si pensaba que nunca iba a tener consecuencias. Caro Quintero,
mientras tanto, sigue blindado en México.
La extradición del H-3, por otra parte, fue anunciada el lunes por el Departamento
de Justicia de Estados Unidos, para que sea juzgado en Brooklyn como
responsable de tráfico ilegal de miles de kilos de drogas y asesinatos múltiples. La
“H” es referencia a quien fuera el último líder de la organización original, Héctor
Beltrán Leyva, y el “3” obedece a que sustituyó al H-2, su hermano Juan Francisco
Patrón, abatido por la Marina en 2017. El gobierno mexicano lo entregó sin nada a
cambio, como podría haber sido con Ismael El Mayo Zambada.
Esta extradición tiene otras probables implicaciones para el Ejército, ante la
posibilidad de que se reactive en Estados Unidos el caso contra el general
Cienfuegos, que fue detenido en Los Ángeles en 2020 luego de haber sido
imputado por el H-2 y su lugarteniente David Silva Gárate, el H-9, de haber
recibido sobornos de esa organización criminal para protegerlos y lavar dinero.
Cienfuegos fue liberado pocas semanas después por presiones del gobierno
mexicano. Barr explicó que la repatriación del general se había hecho a fin de
preservar la colaboración en la lucha contra el narcotráfico. Es decir, por
consideraciones políticas, pero los fiscales subrayaron que no cerrarían el caso.
La acusación contra el exsecretario de Defensa no se sostenía. Incluso, el
Departamento de Justicia notificó oficialmente que todas las pruebas del caso eran
los chats entre los criminales que le habían enviado, donde hacían referencias del
general que se probaron falsas en modo, tiempo y lugar. Sin embargo, luego del
juicio del exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, quedó claro que
bastan las declaraciones de criminales para obtener beneficios a cambio de
declarar lo que pidan los fiscales para conseguir condenas, sin que les exijan
pruebas y evidencias de sus señalamientos.
La extradición del H-3 intriga. ¿Por qué él sí y Caro Quintero no? ¿Acaso hay una
mente en el obradorismo que esté calculando desviar la atención pública
del estercolero en el que se encuentra la narcopolítica de Morena hacia los
militares? Cuando detuvieron a Cienfuegos, la primera declaración de López
Obrador fue aceptar su culpa, pero rectificó tras la presión de 18 generales que
protestaron la posición del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas.
En aquel entonces el expresidente chantajeaba al gobierno de Estados Unidos
con la migración, que le funcionó muy bien con Trump y Biden hasta que dejó de
ser eficaz en 2023. Hoy, el chantaje es contra el gobierno de México por parte del
exjefe del Cártel de Sinaloa, Ismael El Mayo Zambada, y no hay muchos espacios
para las evasivas y distractores. ¿Un general exsecretario de Defensa puede
cambiarse por un expresidente o un gobernador? Si esa es la respuesta a las
incógnitas, lo veremos con el tiempo.
rrivapalacio2024@gmail.com

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