Agencias.- Llegó la hora de la verdad y el balón se puso a rodar desde el Estadio Olímpico Universitario. Cruz Azul recibió a los Vancouver Whitecaps para disputar el título de la Concacaf Champions Cup y como era de esperarse, las emociones no se hicieron esperar, pues solo 8 minutos después del pitazo inicial, las redes ya se movían al ritmo del gol.
Tras un dominio inicial sumamente marcado por parte de la Máquina, y ciertas sensaciones de peligro que no eran más que el anuncio de una anotación inevitable, fue como los Cementeros comenzaron a ejecutar de manera hegemónica. La presión alta rindió frutos y fue Rivero, quien fiel a su estilo, se hizo presente en el marcador.
Corría el minuto 7:30 cuando Rodolfo Rotondi vio una falencia en la zaga rival, que a la postre se convirtió en la primera de las dianas. Presión a la salida de los Whitecaps y una barrida pertinente en el momento indicado, que dejó el balón que ni mandado a poner para que el capitán charrúa solo tuviera que acomodar el cuerpo y mandarla a esconder.
La emoción invadió las gradas y puso a festejar a una identidad, que solo 20 minutos, continuaría con la racha de festejos. Al 27′ Lolo Faravelli se destapó con un golazo que al menos en ese momento, daba ya sensaciones de inclinarse a la goleada. Error en la salida nuevamente, robo del argentino apenas atrás de la media luna, y un trallazo pegado al poste, que imposible para Takaoka, ponía el 2-0 en la pizarra.
El Pedregal vivía una auténtica fiesta, la afición se sabía ampliamente dominante, pero no fue hasta el tercer gol en la primera parte que se sintieron seguros vencedores prematuros. El Ángel del gol se encontró en el momento y lugar indicados para mandarla a esconder una bola más y el líder goleador del certámen no podía ni quería estar fuera de una fiesta, previamente empezada.
Cuando todo parecía terminado durante el primer tiempo, llegó Bogusz a poner el cuarto a su favor. Un nuevo mal rechace defensivo, el balón que le quedó a plenitud para la pierna derecha, y un disparo sin fuerza pero colocado, que terminó con las ilusiones de Vancouver. 4-0 al descanso.
Iniciada la segunda parte, el festival ofensivo continuó. Una nueva falla en salida marcó la pauta, para que en cuestión de pocos toques, Jorge Sánchez quedará en la posición correcta y lograra mandar un centro como con la mano al centro del área. ¿El rematador? Por segunda ocasión Ángel Baltazar Sepúlveda.


