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El pasado mes de agosto, los tres socios comerciales de Norteamérica —México, Estados Unidos y Canadá— sostuvieron encuentros militares de alto nivel que revelan la urgencia de atender retos comunes en sus fronteras. Entre los mayores desafíos destacan el narcotráfico, con cárteles cada vez mejor armados; el tráfico de personas y la migración irregular que son aprovechados por redes criminales transnacionales; la ciberseguridad, con ataques crecientes contra infraestructura crítica; y las amenazas en el espacio aéreo y marítimo, donde proliferan vuelos no identificados, drones y embarcaciones ligadas al contrabando.
En ese contexto, del 5 al 7 de agosto se llevó a cabo en Ensenada, Baja California, la “Junta Regional de Comandantes Fronterizos”, encabezada por el General de División José Roberto Flores Montes de Oca, de la II Región Militar, y el Teniente General Allan M. Pepin, Comandante del Ejército Norte de Estados Unidos. No fue un simple ejercicio protocolario, sino una reunión clave que refrendó la voluntad de ambos países de coordinar acciones para contener amenazas en la frontera.
Uno de los problemas más graves que enfrenta México en esta relación es el tráfico ilegal de armas provenientes de Estados Unidos, que alimenta directamente el poder de fuego de los cárteles. Desde rifles de asalto AR-15 hasta fusiles Barrett calibre .50, capaces incluso de derribar helicópteros, este contrabando dota a la delincuencia organizada de un arsenal que supera con creces a las policías locales, muchas de ellas debilitadas o desmanteladas. Así, el Ejército mexicano se ve obligado a enfrentar no a bandas improvisadas, sino a verdaderos ejércitos irregulares que desafían la autoridad del Estado. Un claro ejemplo es lo que ocurre en Michoacán, donde el uso de bombas lanzadas por drones y las minas terrestres, se ha convertido en un verdadero problema y una amenaza para la población civil.
La cooperación, sin embargo, no se limitó a la frontera. Del 18 al 22 de agosto, en Cleveland, Ohio, se realizó la Conferencia Final de Planificación del Ejercicio Multinacional “Amalgam Eagle 2025”, donde, por primera vez en más de una década, México, Estados Unidos y Canadá definieron objetivos y escenarios conjuntos para resguardar el espacio aéreo de América del Norte ante posibles amenazas terroristas.
Aunque México no vive con intensidad este problema, a diferencia de EU, su incorporación a la agenda trilateral obedece a una lógica de prevención. Para Washington y Ottawa, blindar aeropuertos, fronteras es vital, más aún, ante eventos de talla mundial, como la Copa Mundial de Fútbol 2026, cuya prioridad es absoluta. México, al sumarse, asume que en un mundo interconectado ningún país está exento de escenarios de alto impacto y que la cooperación en inteligencia y reacción inmediata puede marcar la diferencia.
Estas actividades se suman a una agenda de trabajo más amplia que en 2025 incluyó encuentros entre los secretarios de la Defensa Nacional, Gral. Ricardo Trevilla y de Marina, Raymundo Pedro Morales con el Comando Norte de Estados Unidos, tanto en Chihuahua como en Colorado Springs.
Si bien estos acuerdos se pactan en los más altos mandos militares, no transcurren al margen del poder civil: la presidenta Claudia Sheinbaum está al tanto de cada paso. Para su gobierno, la cooperación con Estados Unidos y Canadá no significa renunciar a la soberanía, sino reafirmarla en un escenario donde la seguridad nacional se construye de manera compartida.
En el 57 aniversario del movimiento estudiantil de 1968, nuevamente se señaló al Ejército mexicano como responsable directo de la matanza en Tlatelolco, cuando diversas investigaciones apuntan a que la operación estuvo a cargo del Batallón Olimpia. Sin embargo, la verdad histórica se complica porque muchos de los testigos militares clave ya han fallecido: el entonces secretario de la Defensa, Marcelino García Barragán —padre de Omar García Harfuch—; Luis Gutiérrez Oropeza, jefe del Estado Mayor Presidencial, y el general Carlos Humberto Bermúdez, entre otros.
De Imaginaria. Un reciente operativo del Ejército mexicano en Sinaloa confirma que las tareas de inteligencia militar están dando resultados concretos: no solo aseguró metanfetamina valuada en 131 millones de pesos, sino que decomisó un arsenal y destruyó laboratorios clandestinos, asestando un duro golpe a las finanzas criminales.