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Desde hace varios años, el administrador único de la Cooperativa de Consumo Tablajeros la Unión, Jorge Ortiz Arévalo, mantiene el dedo en el renglón sobre la urgencia de establecer un cerco sanitario para combatir el contrabando de ganado y productos cárnicos.
La lucha había sido estéril, ya que presuntamente se tocaban intereses de particulares, sin embargo, con la presencia del Gusano Barrenador se destapó la cloaca, ya que evidentemente la mosca de este mal logró pasar la frontera México – Guatemala sin problema alguno, al no existir ningún tipo de control.
Esta situación deja al descubierto que el verdadero flagelo de la ganadería es el tráfico de semovientes y carne de bovino de dudosa procedencia, que viene de Centroamérica y pasa por el río Suchiate.
“He metido sendos oficios a la SAGARPA CDMX y a la Senasica, así como a las autoridades sanitarias de Chiapas, pero siempre decían que todo estaba controlado”, ha señalado el líder tablajero.
Ahora con el brote del Gusano Barrenador, aprovechan la oportunidad para pedir apoyo a Estados Unidos para la instalación de plantas de moscas estériles, lo que significa más dinero a la corrupción”.
Y es que para movilizar semovientes a las engordas del centro y norte del país, tuvieron que ser aretados por el Siniiga y para eso debieron tener un registro de clave UPP o ser acopiador registrado por la Secretaría del Campo, además de que tuvieron que hacer una prueba de lote de Brucela y TB, así como revisión de garrapatas.
Por si fuera poco, deben pedir autorización al REMO ( Registro de Movilización Electrónico, perteneciente a la Secretaria del campo).
“Ahora bien, con todos esos requisitos, sería imposible que el problema del Gusano Barrenador siguiera avanzando sin darse cuenta, a menos de que la movilización se realice de manera clandestina o fomentando la corrupción”, expresó Raúl “N”, encargado de rancho de ganado en la Costa de Chiapas.
Resaltaron que no es posible que las autoridades mexicanas no se den cuenta, ya que también se extiende una guía de tránsito de movilización estatal por una asociación ganadera, además de un certificado zoosanitario de movilización vía electrónica por el Senasica.
“Entonces cómo es posible que a pesar de que existe todo este protocolo de seguridad sanitaria, siguieron pasando miles de cabezas de ganado, producto de tráfico de semovientes, por eso muchos decían que en Chiapas las vacas parían hasta 10 veces al año”, agregó.
Los mismos ciudadanos han denunciado con videos a través de redes sociales, que pasan hasta 50 jaulas diarias en los límites de Chiapas y Tabasco.
Cada jaula cuesta hasta 50 mil pesos para su movilización, por lo que se estima que este negocio ilícito deja ganancias hasta por dos millones y medio de pesos diarios, solo para movilización en este punto fronterizo.
La pregunta queda en el aíre, ¿quién se lleva todo este dinero?, ¿por qué no dijeron nada antes y por qué las autoridades zoosanitarias se quedaron calladas?, razón tienen los engordadores del norte por reclamar al gobierno federal, de gastarse todo el presupuesto si los resultados son estériles.

