Apenas el miércoles pasado, el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, pedía certidumbre a Estados Unidos. “México ya hizo el esfuerzo que le correspondía en migración, ya ha avanzado muchísimo a juzgar por el fentanilo asegurado, entonces, México ha cumplido y necesitamos certidumbre de aquí a que se hace la revisión del TMEC respecto a tarifas y los temas comerciales”, dijo uno de los funcionarios mexicanos con mayor interlocución con la Casa Blanca.
Tras la fallida reunión de la Presidenta Claudia Sheinbaum con Donald Trump, en la Cumbre del G-7, donde la mandataria mexicana pretendía abordar temas como seguridad, migración y comercio, las cosas con el gobierno de Estados Unidos siguen igual; es decir, con aranceles unilaterales, presiones migratorias y de seguridad contra México, sin que el gobierno haya podido hacer algo considerable para evitar el maltrato.
El asunto es que el tan anhelado “trato preferencial” de Estados Unidos a México, que tanto presumieron el secretario Ebrard y la propia Presidenta, nunca se dio. Si acaso el gobierno de Sheinbaum logró ganar un poco de tiempo, pero ese también se ha ido agotando y en materia arancelaria las cosas van de mal en peor: pasamos de tener aranceles de 25% a 50% al acero y el aluminio, y se impuso una prohibición a la importación de carne mexicana, pasando por las tarifas a los autos y las autopartes.
Toda esta situación no solo ha reducido las exportaciones de vehículos en 10.9 % durante abril y 7.3 % para el primer cuatrimestre, sino que ha espantado la inversión estadounidense en México, misma que tuvo una caída de 22% en el primer trimestre del 2025, aunado a los anuncios de empresas como GM y Michelin, la primera con el traslado de líneas de producción de México a EU y la segunda con el anuncio del cierre de una de sus plantas en el país.
“Lo que queremos es tener certidumbre, cuál es el escenario que tendremos en 2025 y llegar a un acuerdo (con Estados Unidos) porque ya cumplimos, eso es lo esencial, lo que se dijo que se necesitaba”, dijo Ebrard la semana pasada. Pero esa certidumbre parece estar aún más lejos con el conflicto entre Estados Unidos e Irán.
La amenaza de una guerra militar, luego del ataque estadounidense el fin de semana a instalaciones nucleares de Irán, representa un problema también para México, pues las prioridades de Trump estarán en el Medio Oriente.
Más allá de la preocupación general que significa un conflicto militar internacional y una crisis económica de alcances globales, el asunto es también una distracción mayúscula para el presidente Trump, quien había colocado a la lucha antiinmigrante y el combate a las bandas mexicanas del crimen organizado como principal estrategia para legitimarse en su segunda etapa de gobierno.
En el gobierno de Sheinbaum hay quienes lo ven al revés y dicen que México podría verse beneficiado porque el gobierno de Trump dejaría de ver a México como su piñata favorita, pero la realidad es que las presiones de Estados Unidos ya le están cobrando factura a nuestro país, sobre todo por la palabra que aborrecen todos los inversionistas y gobernantes: la incertidumbre.
El aumento en los precios del petróleo, derivado del conflicto entre Estados Unidos e Irán, tiene efectos mixtos para México. Por un lado, podría beneficiar a Pemex en términos de ingresos, pero a su vez elevaría los costos de importación de gasolina, lo cual podría impactar negativamente la economía doméstica y las finanzas públicas.
Asimismo, las interrupciones en rutas marítimas como el Estrecho de Ormuz pueden encarecer el transporte marítimo y, por consiguiente, las exportaciones e importaciones mexicanas. Es decir que si la economía mundial y la de Estados Unidos se desaceleran aún más, México también reducirá su expectativa de crecimiento que muchos analistas la ven cercana a cero para el 2025.
Así que la incertidumbre que pidió Ebrard que se disipe podría más bien podría aumentar y dejar a México sin una pronta renovación del TMEC y con los mismos aranceles unilaterales que, en estricto sentido y ciñéndose a las reglas del acuerdo comercial tripartita, nuestro país debería replicar con represalias a productos que vienen de EU.
Hasta el momento, la diplomacia y la negociación se han impuesto, pero ya es tiempo de que México tome sus decisiones, porque de otra manera tendrá que sentarse a esperar mientras ve cómo la inversión y las exportaciones se van cayendo.
@MarioMal