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No somos magos, pero hace un par de días lo advertimos cuando dijimos que los
gobiernos estatales tienen problemas para transparentar su forma de trabajar en la
contratación de servicios o cuando se trata de participar en las licitaciones de
obra, sin que tengan la mínima idea de qué es lo que están haciendo.
Ahora que la secretaria Anticorrupción y Buen Gobierno, Ana Laura Romero
Basurto, confirmó que la administración pasada devolvió a la Federación varios
millones de pesos que no pudo y no supo ejercer las secretarías de Educación y
de Salud a cargo en ese entonces de Rosa Aidé Domínguez Ochoa y del Dr. Pepe
Cruz, este último senador de la República, el análisis vertido en estas páginas por
el consultor José Ramón Hernández Pantiga, le da la razón de que si no se abren
a procesos simplificados o plataformas electrónicas que den viabilidad y
transparencia, se tendrán muchos problemas que van en detrimento del desarrollo
de los chiapanecos.
El problema de los subejercicios presupuestales ha sido un problema, la cifra
promedio anual es de un promedio del 25%, pareciera ya una regla o alguna
consigna el reintegrar recursos a la federación, como lo dice Hernández Pantiga.
Sin embargo, en este caso hay que poner muy en claro que en el caso del ex
secretario de Salud, sus enormes distracciones que tuvo como titular de una
dependencia clave para el cuidado de los derechohabientes de este servicio
básico, era lógico pues no sólo desde las elecciones de 2024 se exhibió como un
derrochador de recursos para su campaña hacia el Senado, sino que desde años
anteriores ya había denuncias que se han documentado y denunciado, sin que al
momento haya un resultado a las auditorías que la propia dependencia inició a
principios de este año.
Regresar 14 millones de pesos a la Federación en el caso de la Secretaría de
Salud y más de 27 en Educación, para los momentos que vive la entidad, es un
crimen y un desdén público de quienes se ufanaron como secretarios de Estado.
No se sabe aún las razones por las que regresaron el recurso, pero de inicio es
lamentable que 27 millones de pesos se hayan reintegrado, olvidándose de la
verdadera vocación y tarea que debe emprender un funcionario que encabeza el
rubro educativo.
O es que acaso Domínguez Ochoa no se dio cuenta de los rezagos que se tienen
en la materia en todo el estado. Cómo debe estar su conciencia al saber que en
estos momentos lo que requiere la entidad son recursos para acompañar
programas ambiciosos y de gran calado que ha emprendido la administración
actual y ella regresando la “paga”.
27 millones de pesos que bien podrían haberse invertido en el programa de
alfabetización “Chiapas Puede” o dejados de enganche para el que hubiese
emprendido la gestión de la entonces secretaria de Educación.
Si bien en su administración se desconoce de actos bochornosos de fraude o de
mal uso del recurso por parte de funcionarios menores -o por lo menos no los ha
dado a conocer las autoridades de la Auditoría Superior del estado-, no se está
exento de que, en las próximas semanas o meses, salte la liebre y se conozca la
realidad del manejo de recursos que se hizo en la administración pasada.
El caso más grotesco, por otro lado, se tiene con el controvertido Pepe Cruz, que
si bien en números le dio un importante número de votos al partido Morena,
situación que en su momento lo catapultó como un candidato ganador con
“arrastre popular”, con el paso del tiempo, al conocerse las fechorías, la
popularidad del Dr. Pepe Cruz está no sólo por los suelos, sino que lo tienen a un
paso de descubrirle su forma fraudulenta de operar.
Recordar que su campaña por todo el estado era vistosa y populacha, producto
del derroche de dinero que se tomó de la Secretaría de Salud, le sigue pisoteando
su nombre, tanto que ya no se le ha visto en algún evento público, derrochando
“simpatía” y si lo ven es para reclamarle, como sucedió cuando se presentó a
votar en la elección judicial en junio pasado en una casilla especial que se ubicó
en la Unicach, donde corrieron los improperios de corrupto y como respuesta sólo
agachó la cabeza y se escondió entre los que lo acompañaban.
El descuido orilló a dejar de planear la labor de la Secretaría de Salud, pues
aunque el secretario tenía licencia como servidor público, hay denuncias de la
propia institución donde metió mano en las direcciones de administración y
finanzas, en infraestructura, atención médica, y algunas otras que le sirvieron para
dar la imagen de ser un hombre con todo el recurso para convencer a sus
votantes.
Ahora está más cerca la advertencia que hiciera el actual secretario de Salud,
Omar Gómez Cruz, cuando dijo que el daño al sector es muy grave y por tanto
habrá consecuencias. Habrá que esperar qué sucede con el Dr. si lo aguantan
como el impresentable del Senado, escudándose en su fuero, o si se deciden a
bajarlo del pedestal en que se encuentra y empieza a rendir cuentas a la justicia.
