Porqué se espantan, el poder lo vale y lo avala


En más de una ocasión hemos escuchado a ciudadanos “comunes y corrientes”
decir que “ya no creen en la política” y vaya que este dicho, frase, concepto o
vaticinio cae de perlas ahora que la esposa del ex presidente de México, Beatriz
Gutiérrez Müller, la ha señalado el diario EBC, de haberse instalado, en el
exclusivo barrio de España, sí, ahí donde vive el también ex mandatario Enrique
Peña Nieto.
La escritora, quien nunca aceptó ser funcionaria, aunque tuvo siempre acceso al
poder en los tiempos en que Andrés Manuel López Obrador dirigía los destinos del
país, desmintió que se haya mudado al exclusivo barrio La Moraleja, que cuenta
con jardines y campos de golf, y mucho menos que lo haya hecho acompañado de
su hijo, de 18 años para que estudie en la Universidad Complutense de Madrid.
En realidad, todos se espantan o dan el grito en el cielo por este acontecimiento
que podría darse en el futuro, aunque ahora lo nieguen, y porque los detractores
del régimen de la Cuarta Transformación no pierden la oportunidad para armar su
show, donde seguramente dirán que los de Morena son lo peor.
No les faltará razón vociferar a los cuatro vientos que este hecho le da un nuevo
revés a la política republicana de austeridad que presume, pero que no cumple, la
Cuarta Transformación. Los postulados regidos a través del decálogo de buenos
principios que la presidenta Claudia Sheinbaum hizo llegar a los morenistas
simplemente han quedado en el discurso, y no lo decimos por lo que dice la EBC o
porque lo haya negado la esposa de AMLO.
Para ello no hace falta hacer una remembranza de todos los escándalos en los
que han incurrido los personajes visibles y líderes del Movimiento de
Regeneración Nacional ni tampoco habría que espantarse por la vida de lujos que
no se limitan en presumir algunos, y otros cachados infraganti a través de este
mundo maravilloso de las redes sociales.
Decíamos que no hay que poner el grito en el cielo por que la esposa de AMLO
tenga pensado irse a vivir en el país ibérico, si lo hizo Enrique Peña, Felipe
Calderón, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo, quienes en su tiempo
dirigieron los destinos de México y se encuentran viviendo en otros países, menos
en México.
La lógica es que todos ellos se fueron bien “forrados” de dinero y, por lo tanto, su
futuro está garantizado. Todos cuestionan, pero al mismo tiempo en la práctica se
entiende que el poder te da para ello. Por eso luchan y pelean por alcanzar el
poder, por lograr adueñarse de las posiciones políticas que rigen el sistema
político y la vida productiva.
Si los gobernadores del país al dejar el poder se dedican a todo, menos a trabajar,
y viven de su “sueldo”, ya no se diga un presidente de la República y luego
entonces, no es sorprendente que la familia de López Obrador esté disfrutando de
los privilegios que le constaron sudor y lágrimas al ex mandatario cuando forjó su
lucha social para alcanzar el poder añorado.
Bajo esta política, que, aunque todos dirán que está mal, se mueve la esposa del
expresidente, pues quien haya creído lo que AMLO le vendió al pueblo de México

de que podía vivir con 200 pesos en la cartera y con un par de zapatos “normales”,
se ha equivocado rotundamente.
La señora Gutiérrez Müller tiene el dinero del mundo para estar, a diferencia de
AMLO, escribiendo sus memorias o sus libros desde la cómoda y elegante
estancia madrileña, desde Italia, Roma, o donde usted diga y mande, pues ese
privilegio le da el haber sido la primera dama sin haberse registrado en los libros
de historia esta posición. Y no precisamente que sus recursos provengan de la
docencia o publicaciones académicas, pero quien no lo quiera entender, pues se
engaña a sí mismo.
Y no, no hay una distancia entre el discurso y la práctica, en la política siempre
van de la mano, aunque esta vez no se equivoca la presidenta nacional de
Morena, Luisa María Alcalde, cuando al defender a la esposa de AMLO, abre la
boca para decir que los enemigos de la Cuarta Transformación “están tratando de
meter en el ambiente que somos iguales”.
Insistimos, el poder es el poder, por ello vale la pena vociferar mentiras o lo que es
peor, tratar de engañar a un pueblo que ya se sabe por dónde van las posturas de
la clase política. No nos engañemos, el poder se busca y se gana a costa de lo
que sea, y sí, lo vale y avala los actos que no están en el guion de la política.

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