Hablar del Diario de Chiapas es hablar de una parte fundamental de la memoria colectiva de nuestro estado. Son cinco décadas en las que este medio ha estado presente en la cotidianidad de miles de chiapanecos, informando, reflexionando, opinando y, sobre todo, construyendo ciudadanía. A cincuenta años de su fundación formal, este diario no solo se mantiene en pie, sino que sigue marcando pauta en la prensa local y regional.
El nacimiento del Diario de Chiapas en 1975 no fue una casualidad. Surgió en un contexto de grandes transformaciones políticas y sociales, donde el papel de los medios de comunicación comenzaba a adquirir una relevancia que ya no era marginal. En ese entonces, cuando la cercanía entre la prensa y el poder era casi obligada, este periódico apostó por abrirse un camino propio, combinando la cobertura política con espacios para la opinión, el análisis, la cultura y el deporte.
Pero antes de esa fecha emblemática, hay que hablar de sus orígenes más remotos. En la década de los años 50, el periodista Carlos Ruiseñor Esquinca había impulsado una primera versión del Diario de Chiapas. Aquella experiencia temprana se distinguió por una propuesta gráfica de avanzada para la época y por incorporar un suplemento cultural que rompía moldes. Fue una semilla que, aunque no floreció de inmediato, dejó huella y marcó un precedente.
Esa visión sería retomada y fortalecida por quien es considerado el verdadero arquitecto del Diario que hoy conocemos: Don Enrique Toledo Esponda. Fue él quien, con claridad editorial y espíritu emprendedor, fundó en 1975 El Día, diario que daría pie al nacimiento formal del Diario de Chiapas. La apuesta era ambiciosa y arriesgada, pero sostenida por dos pilares: la vocación informativa y el compromiso con la verdad.
Desde sus primeras ediciones, el Diario de Chiapas se destacó por su cobertura puntual de la vida pública del estado, así como por abrir espacios para la crítica, la crónica social y el periodismo cultural. No se trataba solo de informar, sino de generar conversación, reflexión y debate. Su presencia fue creciendo, primero en Tuxtla Gutiérrez y posteriormente en otras regiones del estado, convirtiéndose en un referente obligado para entender la realidad chiapaneca.
Una visión de largo aliento
Durante los años 80, Jorge Toledo Coutiño, hermano mayor de los actuales dirigentes, asumió la conducción del proyecto. Lo hizo con una visión clara: consolidar y proyectar al Diario más allá de sus fronteras originales. Fue una etapa de maduración institucional, donde se reforzaron los equipos editoriales, se mejoraron los procesos de impresión y se amplió la cobertura.
Esta segunda etapa fue clave para preparar el camino de lo que hoy conocemos como Diario Media Group, un conglomerado de medios que ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder sus raíces. En la actualidad, el grupo no solo edita el Diario de Chiapas, sino que ha diversificado su presencia a través de plataformas digitales, radio por internet y presencia en otras regiones del país, incluyendo la Península de Yucatán.
Desde hace casi dos décadas, la dirección general está en manos de Gerardo Toledo Coutiño, quien ha mantenido una conducción firme, moderna y estratégica, acompañado por su hermano Rogelio Toledo. Juntos han sabido interpretar los cambios vertiginosos de la tecnología y los hábitos de consumo de información. La incursión en transmisiones por internet, el fortalecimiento de las redes sociales y la evolución hacia formatos multimedia son prueba del dinamismo con el que este medio se ha adaptado al siglo XXI.
Testigo y protagonista de nuestra historia
Durante estos 50 años, el Diario de Chiapas ha sido testigo de la evolución política, social y cultural del estado. Ha documentado los momentos de crisis, los cambios de gobierno, los movimientos sociales, las tragedias naturales, pero también las celebraciones, los logros comunitarios y las historias que dan sentido a nuestra identidad.
Pero más allá de lo que ha contado, lo verdaderamente importante es cómo lo ha contado. Con un estilo directo, cercano, muchas veces crítico pero siempre profesional, el Diario ha cultivado un vínculo con sus lectores basado en la confianza y la permanencia. Esa es, quizá, su mayor conquista: la credibilidad ganada a lo largo de cinco décadas.
No es fácil cumplir 50 años en un medio como el periodismo, donde los cambios son constantes y los desafíos, cada vez más complejos. En tiempos en los que la información circula a velocidades impensables y las noticias falsas abundan, contar con un medio sólido, con historia y con vocación informativa, es una necesidad democrática.
Hacia el futuro: periodismo con raíces y alas
Hoy, cuando celebramos este aniversario, vale la pena mirar hacia atrás con orgullo, pero también hacia adelante con determinación. El Diario de Chiapas ha llegado a este punto no por inercia, sino por una voluntad clara de evolucionar. El compromiso con la verdad, la ética periodística y la responsabilidad social siguen siendo sus brújulas en este camino.
En nombre de quienes hemos sido testigos, lectores y colaboradores de este medio, solo queda decir: gracias. Gracias por informar, por cuestionar, por acompañar y por existir. Cincuenta años después, el Diario de Chiapas no solo sigue vigente: sigue necesario.
Enhorabuena por este medio siglo de periodismo con causa, con rostro humano y con visión de futuro.