El ejemplo legal que ha dado Irlanda para hacer obligatorio la donación de
órganos, debería tomarlo como una referencia el estado de Chiapas, dado que
persiste una renuente cultura a donar sangre, menos para los órganos de las
personas que pudieran hacerlo en vida o tras una muerte.
Está claro que el debate se centraría en sí se quiere o no hacerlo y bajo qué
circunstancias la persona podría dejar establecido antes de cualquier hecho
imprevisto. Sin embargo, la decisión que tomó el país europeo con una población
similar a la de Chiapas, como era de esperarse, no ha tomado revuelo en las
redes, y mejor se ha dejado pasar o simplemente la noticia no impactó.
Irlanda puso en funcionamiento la primera fase de la «Ley de Tejidos Humanos
2024″, por la que cualquier persona se considera un donante de órganos a menos
que opte por no serlo o se incluya en un grupo especial. Esto significa, de inicio,
que quien tenga alguna enfermedad o clínicamente no se apto para donar,
quedarían “exentos” de esta responsabilidad cívica y hasta patriota.
Contribuir a la patria, estamos casi seguros, tendría una respuesta valiosa de los
mexicanos o chiapanecos que saben y conocen la trascendencia de darle valor a
la vida de otra persona, pues seguramente estaríamos en la misma sintonía de
que un político, de esos que tenemos como representantes del pueblo, no
pensaría igual. Al contrario, andan buscando, traficando influencias con su dinero,
para tratar de adelantarse en las listas de espera para favorecer a su persona o a
sus familiares más cercanos.
En aquel país europeo, la nueva legislación incluye disposiciones para permitir la
extracción, donación y utilización de órganos y tejidos de personas vivas y
fallecidas con el fin de efectuar trasplantes.
Es interesante que, de inicio, la autoridad de aquel país asume que todos los
adultos son donantes al fallecer, excepto si han retirado su consentimiento al
respecto en el llamado Registro Nacional de Exclusión Voluntaria, o están en uno
de los grupos excluidos.
Importante aclarar que está prescrito que, aunque se haya regulado, no será una
decisión definitiva, es decir, “se consultará a los familiares antes de tomar
cualquier medida y que, si no están de acuerdo, la donación no se llevará a cabo”.
En el fondo, el mensaje de donar órganos lo quieren hacer visible, que esté en la
mente del ciudadano la posibilidad de donar, sobre todo, cuando los decesos
pueden ser por causa natural, es decir, un accidente que prive de la vida, y que la
mayoría de sus órganos están en condiciones de ser trasplantados.
Cierto es que la falta de cultura en este aspecto es muy reservada, sobre todo
cuando está de por medio la intervención de las religiones que en muchas de las
ocasiones impiden las “manipulaciones” médicas profesionales, provocando el
salvar vidas y por consiguiente la posibilidad de que se trasplanten órganos.
El mejor ejemplo de estos detalles es, por ejemplo, los Testigos de Jehová, que
creen que las transfusiones de sangre son prohibidas por la Biblia, por lo que
rechazan este proceso así esté en peligro la vida de la persona.
En México las cifras de trasplantes es que se realizan 25 por cada millón de
habitantes. En Chiapas somos un poco más de 6 millones de personas, lo que
según esta estadística se requieren 150 donantes, en el entendido de que esta es
la cifra estimada de quien está a la espera.
De acuerdo con el estudio que hizo el Inegi en 2024, en México se registran en
promedio 2 mil 233 muertes diarias, de ellas 560 por el corazón, por diabetes 322,
de tumores malignos 264, hígado 112, y homicidios estaba en 83, pero en los
últimos meses ha llegado hasta 200 cada día.
Irlanda señala que la donación de un órgano es un regalo increíble que cambia la
vida del receptor y su familia. El consentimiento es la piedra angular de su nueva
ley. Otros países como Reino Unido, España, Austria, Bélgica, Croacia, Alemania,
Hungría, Luxemburgo, Países Bajos y Eslovenia, lo han hecho ley.
No estaría mal que en México y en Chiapas se busque la manera de que la
escasez de donaciones aumente y para ello hay que dar paso a la concientización,
a emprender políticas públicas acordes, a emprender campañas, pero no aquellas
que inciten al voto inducido, sino a las que mejoren la calidad de vida de los
humanos.