Editorial
El pronunciamiento de Jorge Humberto Trujillo Rincón, director del Buro Municipal
de Tuxtla Gutiérrez, hacia la conducta de un youtuber, quien hace unos meses
realizó un reto viral, colgándose colgó de un árbol en uno de los miradores del
Cañón del Sumidero, poniendo en riesgo su vida para unos likes y demostrando la
poca responsabilidad de estos hacia el público, ponen en tela de juicio la viabilidad
de estos creadores de contenido para generar promoción a los destinos turísticos.
Ya que últimamente, en algunos municipios y estados del país han recurrido a
influencers, creadores de contenido y demás, para la promoción de ciertos lugares
en las redes y plataformas, siendo parte de la nómina de ayuntamientos o
gobiernos estatales.
Pero, lo malo es que estos poco o nada representan un profesionalismo y su labor
tan sólo se puede considerar “amateur” o de aficionado, por lo que su uso para
generar promoción genera poco rigor y falta de asesoramiento a los funcionarios
que hacen uso de ellos.
Ahora, bien el fenómeno de los creadores de contenido he repercutido en muchos
aspectos de la vida pública y no para bien; retomando el tema de la gentrificación
expuestas en estas líneas, estos generadores de contenido han propiciado este
fenómeno, sobre todo cuando realizan viajes a zonas poco conocidas que, luego
se “turistean” en internet y tras darse a conocer comienza una llegada masiva de
turísticas que terminan encareciendo la vida de los locales.
Prueba de ello, es la infuencer Sujin Kim, mejor conocida como Chingu Amiga,
quien en uno de sus vídeos romantiza la pobreza que hay en nuestro país,
mostrándolo como algo exótico; esto desde luego molestó a los internautas
nacionales, quienes aparte de “funarla”, solicitaron su expulsión del país; si bien su
intención no era menospreciar a una persona de escasos recursos, su posición y
exposición fue lamentable.
Este caso no es exclusivamente de ella, otros creadores de contenido de origen
extranjero al sorprenderse por la forma de vida de nuestros paisanos, con un
desconocimiento de las causas y consecuencias de esas situaciones.
Ahora bien, llamar profesión a los influencers es dejar de lado el rigor y
preparación a otras profesiones, que para ejercer su profesión requieren de años
de práctica y experiencia. No por nada, estos amenazan a ciertos gremios, como
es el caso del periodístico.
Además, del incidente con ese influencer en el Cañón del Sumidero, en plena
pandemia se presentó otro incidente, involucrando al productor de películas para
adultos, Alex Marín (que hoy está detenido) y otras chicas que se dedican a
realizar ese tipo de contenido, utilizó el ya mencionado parque y el Reloj Floral de
la capital, para filmar esas conocidas cintas subidas de tono.
El hecho indignó a los chiapanecos, quienes enardecieron internet, demostrando
que estos personajes ya no tienen respeto por los espacios y no deberían hacer
uso de plataformas para actos degenerativos.
Con lo ya expuesto, está claro que estos personajes, así como en su momento lo
hicieron aquellos personajes de la farándula, se están apoderando de los espacios
de opinión, de la política o donde sólo los profesionales tenían cabida.
Por ello, no es de extrañar que en las recientes encuestas donde las infancias
aspiran a una profesión, la de “influencer” sea una de las más requeridas y
solicitadas, dejando entrever que en los próximos años muchas oficios o
profesiones tendrán poca demanda, incluso ciertos trabajos puedan desaparecer.