Editorial
México inició este domingo el experimento democratizador más importante del
siglo XXI, el cual será el termómetro a seguir por otros países del mundo en
cuanto a la elección de sus jueces, ministros, magistrados o el nombre que le
quiera dar al Poder Judicial Federal.
Atrás quedaron los reclamos, las manifestaciones, los paros laborales, las
diatribas, los insultos y hasta la solicitud de ponerse la mano en el corazón para no
destruir al poder que hasta hace unos cuantos meses, era el equilibrio de poderes,
la institución de justicia a la que se recurría para evitar los abusos y también
donde se cometieron muchos de ellos.
Hoy prácticamente la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el ente final
supremo al que se recurría para destrabar empantanados conflictos, ha quedado
acéfala, sin cabeza, sin fuerza, sin decisiones que garanticen transparencia,
justicia, democracia.
Bueno, en el papel se puede hacer y deshacer, pero en la práctica sus dictámenes
ya no son respetados. Los poderes Legislativo y Ejecutivo se han encargado de no
respetar sus últimas decisiones porque están consensuados desde el poder, pero
ese poder conservador, ese poder que sirvió a los potentados, a los criminales.
Por lo menos esa es la narrativa que todos los días se encargaron de decirle a los
mexicanos desde la mañanera, dese hace siete años y ese es el discurso favorito
que repiten como loros los diputados y senadores de la Cuarta Transformación.
En ellos no entran un milímetro de razón o de que ésta la tenga la oposición, la
sociedad que exige justicia. La maquinaria de Morena se encargó de descarrilar al
Poder Judicial. Lo hizo trastabillar hasta que dio el azotón y su muerte final ya está
programada se dé oficialmente el 1 de junio, fecha en que la elección de quienes
integrarán el nuevo Poder Judicial.
Ese día fenecerá oficialmente el poder que tenía autonomía y como en las
exequias de los difuntos, sus 40 días transcurrirán entre junio y julio, para que, en
agosto, se les levante la cruz a los conservadores ministros, jueces y magistrados
que estuvieron pataleando, pero que sus fuerzas se les acabaron.
Las posiciones para la elección de un nuevo poder judicial están más que
encontradas, pues mientras el gobierno federal, impulsor de esta reforma,
originada por una supuesta revancha política del ex presidente Andrés Manuel
López Obrador, asegura que es lo mejor, la oposición insiste en que el Poder
Judicial pasará a formar parte del Ejecutivo, pues ya el Legislativo ha hecho lo
propio para aceptar todo lo que venga de Palacio Nacional.
De este modo, desde el domingo vimos voces de algunas ministras conocidas que
decidieron no pedir licencia del cargo y empezar sus recorridos por el país.
En este proceso electoral judicial, único en el mundo, se vieron los primeros
eventos masivos donde los candidatos hablaban de la necesidad de que la
ciudadanía recobre la confianza del Poder Judicial, pero por lo que han
demostrado las encuestas, ésta no está perdida, al contrario, es necesario que se
transparente el proceso.
Sería ideal, como en todo proceso electoral, que quienes hoy gozan de un puesto
dentro del organigrama federal, que pidan renuncia para no llevar ventaja sobre la
mayoría de candidatos que, hay que decirlo, no los conocen ni en su familia.
No se quiere ser pesimista o mal agüero, pero desde la cúpula del poder saben
que esta no será el mejor ejemplo de una elección limpia, transparente y confiable.
Pero al final, eso no importa, pues de lo que se trataba era de limpiar todo lo que
oliera a conservadurismo.
Los invitamos a hacer cuentas sobre cuánta gente juntan las candidatas apegadas
a la Cuarta Transformación. Ya el domingo hubo una referencia con actos
jurídicos-masivos -porque no podía decirse que son políticos-, donde la gente llegó
para hacer bulto, recibir su lunch y su refresco incluido, aunque en el contexto del
mensaje se den cuenta de que les están hablando en chino.
Ojalá nos equivoquemos, pero las ministras que presumen ser del pueblo y no
precisamente por ser defensoras de éste o por aquellas que se sienten una
chulada a pesar de rondar en el séptimo piso, cuando ganen, porque eso no lo
dude, cumplan con la ley en la mano, en favor de México y no de sus intereses
personales y de quienes las sacaron de las sombras para encumbrarlas en un
lugar que hasta ahora no ha sido digno de reconocimiento alguno.
Por cierto, habrá que hacer algo para despertar al pueblo de México que no se ha
enterado del todo a qué se deben los acarreos en los parques públicos.