Políticos bajo sospecha

Estrictamente Personal Por Raymundo Riva Palacio

El enfoque impredecible con el que aborda el presidente Donald Trump a toda política
que toca, le dio un respiro a México en materia de aranceles. Un mes más de gracia
para que el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum demuestre que está
haciendo lo suficiente, ante sus ojos, para combatir el tráfico ilegal de fentanilo. Nada
que se sepa, sin embargo, de cómo están dándole cauce al tema controvertido de la
“inaceptable alianza” del gobierno mexicano con los cárteles de la droga, que tan
enérgicamente ante su audiencia doméstica, ha denunciado Sheinbaum. En este
tema no hay plazo que valga.
En México hay una fuerte corriente de opinión pública que sostiene que aranceles y
cárteles corren por rutas separadas e independientes. No es lo que piensan Trump y
su gabinete. El secretario de Comercio, Howard Lutnick ha dicho que no se trata de
una guerra comercial con México, sino una guerra contra los cárteles de las drogas. El
vicepresidente J.D. Vance declaró el miércoles ante una pregunta sobre aranceles
durante una visita a Eagle Pass, ciudad hermana de Piedras Negras, que “en realidad
creo que le está haciendo (Trump) un gran favor al pueblo de México, porque si no
controlan a estos cárteles, el pueblo de México se despertará en un Estado narco,
donde los cárteles tienen más poder que su propio gobierno”.
La narcopolítica es el nombre del juego político que está planteando Trump y su
gobierno. El martes, en su mensaje a la nación, el presidente se refirió como nunca lo
había hecho ningún antecesor a México. En la suma de las palabras México y
cárteles, hubo 9 referencias, contra 8 que hizo de Ucrania, 7 sobre Rusia y los rusos,
y 6 sobre China. De las veces que pronunció la combinación México-cárteles, solo
una tercera parte habló en el contexto del acuerdo comercial norteamericano y los
aranceles, donde también mencionó tres veces a Canadá. Es decir, la prioridad de su
mente esa noche estaba en su vecino al sur del Río Bravo.
México y los mexicanos arrastramos un problema serio y creciente de imagen y
percepción. Recientemente un abogado mexicano viajó a Houston y el agente
migratorio que le revisó los papeles no hizo las preguntas típicas que a veces hacen
como a qué va a Estados Unidos o cuánto dinero lleva. El oficial le preguntó qué
pensaba de que su país fuera un narcoestado, qué de lo que decía Trump al respecto,
y qué del tráfico ilegal de fentanilo.
Hace tres décadas era notoria la forma estereotipada como veían a los colombianos,
a quienes trataban por igual como si fueran el mismísimo Pablo Escobar. Pero nunca
antes la Casa Blanca había señalado a un país como “narcoestado”; ni siquiera
Afganistán bajo el gobierno talibán, cuando floreció el cultivo y tráfico del opio.
Sheinbaum ha sido enérgica y vehemente en rechazar las afirmaciones de Trump y
casi todo su gabinete de seguridad sobre la llamada “alianza” del gobierno mexicano
con los cárteles, pero no ha exigido ni protestado, hasta donde sabemos, la
categorización.
La firme creencia en Trump y su entorno político, militar y de inteligencia de que hay
una colusión orgánica entre políticos mexicanos y cárteles, no desaparecerá y será
una constante fuente de tensión y desgaste para Sheinbaum. La narrativa de los
propagandistas del régimen de tratar de desviar la acusación al gobierno de Felipe

Calderón y al exsecretario de Seguridad Pública, es intensa pero poco eficaz para
efectos prácticos. Trump y su gobierno hablan en presente o en función del gobierno
de Andrés Manuel López Obrador. Declaraciones en juicios en Estados Unidos,
particularmente en Brooklyn, donde fue juzgado y condenado García Luna a 38 años
de cárcel por las declaraciones de criminales cooperantes con el Departamento de
Justicia, también señalaron en sus testimonios a otras figuras de la 4T:
*López Obrador, el de mayor rango, por presuntamente haber recibido dinero del
Cártel de Sinaloa para su campaña presidencial de 2006. Filtraciones de la DEA a la
prensa agregaron en paralelo la información que dos investigaciones sobre
financiamiento de cárteles, fueron canceladas por motivos políticos.
*Indirectamente en estas acusaciones ha sido señalado Marcelo Ebrard, de los
tiempos en que fue secretario de Seguridad Pública en el gobierno de López Obrador
en la Ciudad de México, por dinero recibido del Cártel de Sinaloa para protección a
sus operaciones en la capital federal.
En otros casos existen informes de inteligencia compartidos por los dos países, sobre
financiamiento de las campañas para gobernador en Baja California, Baja California
Sur, Colima, Michoacán, Nuevo León, Tamaulipas, Sinaloa y Sonora, con dinero
proveniente del huachicol, que estaba controlado por el empresario Sergio Carmona,
asesinado en noviembre de 2021. Presuntamente involucrados con él figuran:
*Mario Delgado, actual secretario de Educación, que era presidente de Morena en
esos momentos, que tenía una relación con Carmona y está bajo investigación por la
DEA en Texas.
*Ricardo Peralta, muy cercano a la senadora Olga Sánchez Cordero, que fue el primer
director de Aduanas en el gobierno de López Obrador, que le dio la aduana de
Reynosa a Julio Carmona, hermano de Sergio, y actualmente testigo cooperante de la
DEA. Cuando la Marina presionó para que lo removieran, Sánchez Cordero lo hizo
subsecretario de Gobernación, donde promovió una estrategia de pacificación,
mediante negociaciones públicas con organizaciones criminales en Michoacán y
Tamaulipas.
Hay otros políticos sobre los cuales existen investigaciones viejas de su presunta
relación con cárteles de las drogas, además del recientemente mencionado en este
espacio, Manuel Bartlett, por su presunto involucramiento en el asesinato del agente
de la DEA, Enrique Camarena, como Ricardo Monreal, coordinador de Morena en la
Cámara de Diputados y exgobernador de Zacatecas, durante la expansión de Los
Zetas en el estado -dos de sus líderes fueron extraditados la semana pasada a
Estados Unidos-. En 2009 el Ejército decomisó 14 toneladas de mariguana que
estaban en la bodega de un rancho de su familia en Fresnillo.
No son los únicos, pero sí los más prominentes. No en todos los casos existen
investigaciones judicializadas, pero de todos hay información en Estados Unidos. Las
percepciones de la “inaceptable alianza” tienen las asideras que dan vida y
durabilidad a los señalamientos de Trump y su gobierno en contra de políticos
mexicanos.
rrivapalacio2024@gmail.com

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