Juan Carlos Gómez Aranda*
México es una nación de contrastes naturales, económicos, políticos, culturales y sociales. Su geografía determina diferencias profundas: al norte, la cercanía con una de las mayores economías del mundo; al sur, un territorio de desigualdades, pero también de la mayor reserva de agua dulce del país y una riqueza natural excepcional. Esa diversidad constituye un país complejo, pero también un espacio fértil para nuevas oportunidades, como el Plan México que está en marcha.
Hoy el país enfrenta una combinación de viejos retos estructurales y los contemporáneos derivados de la reconfiguración económica global. Son tiempos que exigen serenidad por los riesgos que acechan, pero también de grandes posibilidades si se fortalece el Estado de derecho y se logran alinear políticas públicas e inversión privada.
La coyuntura es compleja. El país mantiene muchos “fierros en la lumbre”: protestas de agricultores y transportistas, movilizaciones de jóvenes y no tan jóvenes y otras expresiones de inconformidad social. A ello se suman problemas persistentes: crecimiento económico insuficiente, informalidad laboral e inseguridad en diversas regiones. En materia energética, se enfrentan presiones para acelerar la transición hacia fuentes limpias, modernizar la red eléctrica, reducir emisiones y atraer inversión verde compatible con el nearshoring.
En logística, el proyecto del Corredor Interoceánico promete irradiar beneficios hacia el sur y el centro del país; aun así, la infraestructura portuaria, carretera y ferroviaria requiere modernización para aprovechar plenamente el reacomodo global de las cadenas de producción. Para capitalizar la oportunidad histórica de la relocalización es indispensable fortalecer la certeza regulatoria, formar talento técnico especializado, garantizar energía suficiente y limpia, mejorar la seguridad y reducir burocratismo. Todo ello depende, en última instancia, de instituciones sólidas.
En el ámbito político destaca la debilidad del sistema de partidos al tiempo que emerge un nuevo y fuerte presidencialismo, las presiones sobre el Poder Judicial –aún bajo escrutinio– y el asedio del crimen organizado en algunos procesos electorales y, en el horizonte internacional, la revisión del Tratado Comercial con Estados Unidos y Canadá será un punto de inflexión para la economía nacional. Mientras que se mantienen en vilo las relaciones diplomáticas de México con algunos países de Centro y Sudamérica y recibe guiños de España.
En medio de este panorama, un dato alentador surge del más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL): México es el país de la región donde más se redujo la pobreza extrema en la última década. Según el organismo, los principales factores fueron el aumento al salario mínimo y la expansión de programas sociales. No obstante, la desigualdad persiste. Aunque hoy es 14% menor que hace diez años, el 10% de la población con mayores ingresos concentra el 33.5% de la riqueza, mientras que el 10% más pobre recibe el 2%.
Conviene reafirmar que este avance no es baladí. La pobreza es un fenómeno multidimensional que conlleva la privación constante de ingresos y de capacidades para disfrutar de un nivel de vida adecuado. Los sectores de población que padecen carencias se encuentran impedidos para participar en los ámbitos social, cultural y político. De ahí que acortar las asimetrías derivadas de la pobreza constituye un acto de liberación; es decir, la persona es libre para elegir y construir, de acuerdo con sus intereses y necesidades, un proyecto de vida digno.
En Chiapas, el gobierno de Eduardo Ramírez fortalece el bienestar social y el desarrollo económico
En Chiapas soplan brisas que han despertado la esperanza. Gracias al trabajo coordinado con el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum, el estado avanza con firmeza en la construcción de paz. Se inauguraron en Arriaga y Tonalá las primeras estaciones de la Línea K del Tren Interoceánico que llegará hasta la frontera con Guatemala, se moderniza Puerto Chiapas y se impulsan los Polos de Desarrollo del Bienestar, bases para la industrialización de la frontera sur y la consolidación de las regiones Istmo-Costa y Soconusco como un motor económico y enlace logístico estratégico.
El próximo domingo, el gobernador Ramírez Aguilar presentará su primer Informe de Gobierno. Ahí detallará cómo su administración ha devuelto la seguridad y la tranquilidad a las familias y explicará los resultados positivos de las políticas implementadas para la conservación y gestión sostenible de los recursos naturales, particularmente mediante el Proyecto de Microcuencas, concebido para garantizar el bienestar de las comunidades.
También dará cuenta de los avances en infraestructura de comunicaciones, en la reducción del analfabetismo a través del programa Chiapas Puede, del posicionamiento de la entidad como un destino turístico de talla internacional y los múltiples logros en materia de salud. Asimismo, destacará su política humanista y de cercanía con los ciudadanos, eje central de la gobernabilidad y de la cohesión social que hoy mueve a Chiapas bajo la premisa de diálogo y soluciones y si estas no llegan pronto: diálogo y más diálogo.
México, formidable y desafiante, está ante una encrucijada. Los riesgos son evidentes, pero las oportunidades también. Aprovecharlas dependerá de la capacidad colectiva para actuar con visión, responsabilidad y serenidad en tiempos de transformación.
*Coordinador de Asesores del Gobernador de Chiapas y de Proyectos Estratégicos.
X: @JCGomezAranda




