Mario Caballero
Violencia en las escuelas
“Sí, la declaración de mi hija es esa, que primero llegan a agredirla un grupo de niñas de segundo y tercer grado. En el video se ve que después intervienen la mamá de una de las niñas y la empieza a golpear junto con la tía y con algunos familiares”. Así describió la madre de Nicole la agresión en contra de su hija dentro de las instalaciones de la secundaria “Alfonso Caso Andrade”, ubicada en la alcaldía Tláhuac, Ciudad de México, el pasado mes de octubre.
De acuerdo con el testimonio de la menor, los hechos ocurrieron durante la tarde del 13 de octubre y no fue una sino dos agresiones.
La primera cerca de las 17:20 horas. La niña informó a las autoridades de la institución sobre lo que estaba pasando, pero no intervinieron.
La segunda fue alrededor de las 19:50 horas. Cuenta Nicole que estaba en las jardineras cuando un grupo de compañeras de segundo y tercer grado comenzaron a agredirla físicamente.
De esta segunda agresión hay un video que se difundió en las redes sociales, donde puede verse a la madre, tía y padre de una sus compañeras, que incluso la amenazan con un cutter de mango color negro, quienes la golpean y despojan de su celular, dinero y credencial.
El video también registra el momento en que Nicole es arrojada al piso y la golpean, mientras otros compañeros observan o graban con sus teléfonos celulares.
La niña de apenas doce años terminó internada en el hospital con diagnóstico de hipo sangrado intestinal, que es una contracción voluntaria del diafragma, el músculo que nos ayuda a respirar. Aunque este padecimiento suele ser inofensivo y pasajero, cuando es persistente puede terminar en afecciones más serias, como trastornos del sistema nervioso o del aparato digestivo.
Según declaraciones de la madre, su hija fue agredida por haber llegado ese día con uniforme y calzado nuevo, pero no de marca, sino comprados en Tepito.
ALARMANTE
En mi infancia no existía el concepto de bullying, que se traduce al español como acoso y hostigamiento escolar. Lo que sí había era el fenómeno en sí mismo: el grandulón de la escuela molestando al flacucho. Burlas por la apariencia, apodos, bromas de mal gusto, garnuchos en las orejas, calzón chino, etcétera, etcétera.
La pregunta es si hoy hay más bullying que en el pasado. Al parecer sí, pues algunas fuentes apuntan a que más de 3 millones de niños y adolescentes sufren este tipo de violencia al año, y que los casos de violencia física y psicológica han aumentado en este periodo 28% en comparación con 2024.
De hecho, de acuerdo con información del Consejo Ciudadano para la Seguridad y la Justicia, el bullying creció 65 por ciento de 2020 a 2024, y se estima que el incremento de suicidios en adolescentes podría estar relacionado con este problema. Lo cual puede no estar errado si consideramos que la tasa general de suicidios en México ha aumentado un 20%, y que es la tercera causa de muerte entre personas de 15 a 24 años y la tercera entre menores de 10 a 14 años.
¿QUÉ NOS ESTÁ PASANDO COMO SOCIEDAD?
No lo sé.
Por lo pronto, es un avance que, a diferencia de otros tiempos, el tema del bullying es hoy más visible. Gracias al internet y las redes sociales nos enteramos de un mayor número de casos. Y el fenómeno, por su parte, ha sido más investigado por la academia y lo gobiernos han comenzado a tipificarlo como delito.
Pero repito la pregunta: ¿qué nos está pasando como sociedad? ¿Cuándo fue que perdimos los valores? Peor todavía, ¿cuándo fue que dejamos de ver lo que ocurre en torno a nuestros niños y adolescentes? ¿Cuándo dejamos de interesarnos por lo que viven en las escuelas?
Y ya que hablamos de las escuelas, ¿qué pasa con las autoridades educativas, tanto las gubernamentales como las que están a cargo del funcionamiento y administración de las mismas instituciones?
Hemos visto, cada vez con mayor preocupación, que las escuelas, esos lugares que deberían ser centros para la correcta formación académica y social de nuestros niños y jóvenes, se convierten en espacios donde la conducta de los alumnos no se vigila y en los que muchos de ellos quedan a expensas de maltratos y violencia por sus propios compañeros, como Nicole, y hasta de sus maestros.
Cada vez que suceden casos de acoso escolar queda en evidencia el fracaso de nuestras instituciones y la caducidad de nuestras creencias para para socializar a las nuevas generaciones en valores de respeto y cuidado a los demás.
Prueba de ello son no sólo los reprobables episodios entre alumnos, sino también la reacción de sus propios compañeros que primero sacan sus teléfonos celulares para grabar las golpizas que tratar de detenerlas.
Esto refleja el bajo grado de integración que hoy vive parte o la gran mayoría de la sociedad mexicana, y me atrevo a decir que estas conductas anuncian el tipo de futuro que nos espera a la vuelta de la esquina.
Es más triste aun cuando ante un caso de esta naturaleza le sobreviene un suicidio. Como sucedió en junio de 2023 con Aldo Clavel, un estudiante de bachillerato que se quitó la vida por las burlas, humillaciones y maltrato psicológico de su maestra de Matemáticas y Cálculo.
Se conoce que los padres de Aldo acudieron con los directivos de la escuela Octavio Paz, en Puebla, diciéndoles que debido a esta situación con su maestra sufría insomnio, dolor de cabeza, cansancio excesivo, ansiedad y falta de apetito, pero nada hicieron para atender el problema.
¿QUÉ HACER?
Remediar este complejo fenómeno social no es nada sencillo. No obstante, investigando un poco encontré un interesante trabajo sobre el bullying patrocinado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos. Su autora es Rana Sampson de la Universidad de San Diego, que mucho ayuda para entenderlo y luego actuar en consecuencia.
Dice así:
“El acoso escolar tiene dos componentes fundamentales: repetidos actos nocivos y un desequilibrio de poder. Implica ataques físicos, verbales o sicológicos, o la intimidación dirigida contra una víctima que no se puede defender apropiadamente por su tamaño o fuerza, porque la víctima es superada en número o porque es menos resistente sicológicamente. El bullying incluye asalto, hacer zancadillas, la intimidación, la propagación de rumores y el aislamiento, así como demandas de dinero, destrucción de la propiedad, robo de posesiones valiosas, destrucción del trabajo de otros e insultos”.
¿Cómo se atiende?
Esto dice Sampson:
“Para combatir el bullying es central que el director de la escuela se comprometa e involucre. De hecho, comparando las escuelas con bajas y altas tasas de acoso escolar, las investigaciones sugieren que la inversión de un director para prevenir y controlar el bullying contribuye a que existan tasas bajas. El conocimiento e interés de un oficial de policía en el problema puede servir para convencer al director de que le invierta tiempo y energía para combatirlo de manera exhaustiva y colaborativa”.
A todo esto, no dejemos de ver a la familia, aunque no es la única institución donde se incuban las conductas antisociales, sí es una de las principales y la que más ha sufrido las consecuencias indeseadas de la llegada del mundo igualitario y moderno.
Reconozcámoslo: la familia es la clave para entender lo que pasa y una pieza fundamental para evitarlo.
yomariocaballero@gmail.com




