Fue finalmente la designación como terroristas de los cárteles mexicanos lo que
permitió entregar, por consideraciones de seguridad nacional y atendiendo la
convención contra terrorismo, a los 29 líderes de organizaciones criminales a la
justicia estadounidense. Esa designación, como dijimos muchas veces, tenía y
tiene aspectos positivos y que pueden ser útiles, y ésta es una demostración de
ello.
No sé si, como dijo el secretario Omar García Harfuch, había jueces dispuestos a
seguir prolongando las extradiciones o incluso a punto de decretar la liberación de
los detenidos (como ocurrió el mismo jueves con Rosalinda González, la esposa
del Mencho), pero cuando vemos que durante 40 años Rafael Caro Quintero pudo
evitar su extradición y que, incluso, por una decisión corrupta de la justicia, fue
liberado en 2013 para volver a ser detenido en 2022, tenemos que darle fe, por lo
menos en líneas generales, a los dichos del secretario de seguridad.
El caso Camarena ocurrido hace exactamente 40 años y es el que más ha dañado
la relación bilateral con Estados Unidos. Las razones para no entregar a Caro
Quintero, tuvieron disfraz judicial, pero fueron eminentemente políticas. Caro
Quintero fue detenido en 2022 cuando, en la Casa Blanca le dieron al
expresidente López Obrador hasta las coordenadas de dónde podían encontrarlo.
Fue detenido días después de esa visita. En ese momento tendría que haber sido
entregado a Estados Unidos, pero se decidió mantenerlo en México, muy
probablemente porque se quería proteger a personajes del primer círculo del
gobierno que estaban involucrados en la investigación del caso Camarena.
El primero uno de los hombres que más ha protegido el propio López Obrador,
Manuel Bartlett. El director de la CFE el sexenio pasado y secretario de
Gobernación en 1985 cuando fue secuestrado, torturado y asesinado Enrique
Camarena, ha sido acusado por ex agentes de la DEA de haber participado y
haber estado incluso en la casa de Guadalajara donde estaba siendo torturado el
agente de la DEA. La casa era propiedad de Rubén Zuno Arce, cuñado del
expresidente Luis Echeverría, que fue detenido en 1989 y murió en 2012 en una
cárcel de Los Ángeles, cuando estaba condenado a cadena perpetua.
Bartlett no estuvo en esa casa mientras era torturado Camarena, tampoco, como
se dijo, el secretario de la Defensa, el general Arévalo Gardoqui. La versión por sí
misma es inverosímil: haber movido a ambos funcionarios a Guadalajara en un
momento de máxima seguridad detonada por el secuestro no es siquiera creíble,
mucho menos que estuvieran en un lugar donde un funcionario estadounidense
estuviera siendo torturado.
El secuestro y la tortura de Camarena fue responsabilidad directa de Caro
Quintero, pero la trama que terminó en la muerte del agente de la DEA era la del
Irán-contras, de intercambio de armas por drogas, en la que participaban agentes
de la CIA, cárteles mexicanos y colombianos, y por lo menos la Dirección Federal
de Seguridad que dependía de Gobernación. Y varios otros actores.
La tortura a la que fueron sometidos Camarena y el piloto mexicano Alfredo
Zavala, fueron brutales. No fue simplemente un asesinato, fue la destrucción física
de dos personas a límites inconcebibles. A Camarena, le rompieron varios huesos,
le arrancaron todos los dientes, le quemaron los testículos y lo violaron analmente
con un palo. Los interrogatorios, fueron grabados en cinta de audio, llamaban a un
médico (se dijo que era Alvarez Machain, pero nunca pudo ser comprobado
fehacientemente) para que reanimara a Camarena cuando perdía el conocimiento,
y así poder seguir con las torturas. Cuando Camarena entró en coma lo mataron
golpeándolo en la cabeza con una barra de acero. Y todo está documentado, tanto
por la cinta de audio que se recuperó como por los estudios forenses que se
hicieron cuando se encontraron los cuerpos de Camarena y Zavala el 5 de marzo
de 1985, arrojados en Michoacán, en La Angostura.
Que Caro Quintero haya sido recibido en Estados Unidos usando las esposas que
utilizaba Camarena (entregadas por su hijo que ahora es juez en la Unión
Americana) tiene un alto valor simbólico, como lo tiene el que la fiscalía haya
solicitado la pena de muerte contra el principal asesino de Camarena. En lo
personal no estoy a favor de la pena de muerte, pero es válido preguntarse si
alguien podría salir a defender a Caro Quintero si la justicia estadounidense
decide aplicarla, escudándose tanto en la brutalidad del crimen cometido como en
la declaratoria de terrorista del detenido.
Pero Caro Quintero, con una justicia que llega después de cuatro décadas, es uno
más de los otros 28 entregados a la Unión Americana y que se suman a
personajes que, como Ovidio y Jesús Guzmán López, o como el propio Mayo
Zambada, están dispuestos a colaborar con la justicia estadounidense. Como
hemos dicho esos 29 personajes entregados a EEU cruzan toda la historia del
narcotráfico en el país, desde el gobierno de Miguel de la Madrid hasta el de
Andrés Manuel López Obrador. Y sus propias historias se entrecruzan con las
complicidades que debieron tejerse para permitirles su accionar.
Por supuesto que todo eso puede prestarse a la manipulación y lo que habrá que
buscar aquí y exigir allá, son pruebas concretas de esas complicidades. Pero que
nadie se equivoque, lo que viene ahora, además de seguir desmantelando
estructuras criminales, es romper y exhibir las que los protegieron políticamente.
Por lo pronto, los aranceles comienzan el martes.