Mario Caballero
De avances y contreras
Contreras es un pequeño municipio ubicado en la provincia de Burgos, en España, donde según el censo del Instituto Nacional de Estadística de ese país en 2024 contaba con apenas 87 habitantes. En 2008, eran 97.
Pero no es de ese contreras del que quiero hablar hoy, sino de todas esas personas que, ya sea en el dicho o en sus actos, siempre buscan llevar la contraria y por lo regular sin tener razón.
Si hace calor, se ponen suéter; si la fiesta está en su punto, quieren irse porque según se sienten aburridos; si algo falta en la despensa, reclaman, y si algo sobra, también. Nada les embona, todo les incomoda. Cualquier cosa que a unos les alegra a ellos les molesta. Son como los niños a los que se les pide que no coman dulces, pero por llevar la contraria lo hacen.
Según estudios, detrás de este comportamiento hay patrones aprendidos en la infancia, carencias emocionales y/o la necesidad de ser escuchado. Entre los principales sentimientos que motivan esta conducta están la frustración, la amargura, la ira, el enojo, la envidia y/o el resentimiento.
Entendido esto, cabe señalar que aquellos políticos que se autodefinen opositores no son más que unos contreras. Ser opositor en estos tiempos requiere de inteligencia, capacidad para articular el desacuerdo, argumentos para desafiar al poder establecido, y lo que vemos no es más que hostilidad a secas y un antagonismo absurdo, sin ideas, sin propuesta, vulgar y ambicioso.
Como lo que se vive actualmente en la supuesta oposición en Tapachula. Son una runfla de resentidos, un puñado de políticos frustrados y oportunistas que buscan desacreditar las acciones del gobierno municipal con comentarios en contra, aunque sin fundamento alguno.
Ayer callaron ante la inseguridad, los problemas sociales, la falta de obra pública, la pésima calidad de los servicios y la corrupción. Incluso, muchos de esos detractores del gobierno de Yamil Melgar eran parte de la red de complicidades que sumió a Tapachula en el caos y la ingobernabilidad.
Hoy, sin embargo, salen a las redes sociales a contradecir los avances alcanzados, y a través de sus panfletistas a sueldo calumnian y tratan de minimizar los beneficios de los que ahora disfrutan los ciudadanos.
Ejemplo de ello es el problema de la basura, que trienio a trienio venía agravándose en la localidad y sin que nadie hiciera algo para resolverlo, menos ellos, los contreras que hoy desdibujan la estrategia implementada por Melgar para tener limpia la ciudad.
Cuando en el pasado soslayaron su responsabilidad, en el presente no aceptan que la situación ha cambiado.
Dicen que la gestión de Yamil Melgar no ha podido con este problema y que las diez tolvas según ellos rentadas para atender el servicio de recolección de residuos es corrupción. Si llueve, no les gusta, y si no llueve, respingan. Vaya incongruencia.
Lo cierto es que en fechas recientes la autoridad tapachulteca firmó un contrato de arrendamiento mediante un proceso legal y transparente de diez unidades nuevas, de las cuales dos se suman este mismo martes 18 de noviembre, que se encargarán de mantener las calles libres de basura y seguras para todas las colonias del municipio.
En dicho convenio se incluye el mantenimiento y el uso de tecnología para monitorear los camiones, que al ser nuevos cuentan con la capacidad de trabajar por lo menos seis años con eficiencia constante.
Además, pueden cumplir con dos rutas diarias, duplicando así el volumen de recolección. Y hasta áreas como Seguridad Pública municipal, Protección Civil y diversos equipos operativos se han sumado a este esfuerzo.
Por tanto, nadie debe llamarse a engaño. El gobierno de Yamil está avanzando en la solución de este problema histórico.
Por supuesto, esta estrategia no debe confundirse con una varita mágica. No pueden exigirse resultados de un día para otro cuando el conflicto de la basura tiene décadas de no haber sido atendido.
Algo más. No debe cometerse el error de hacerle caso a un tonto, o a varios tontos como aquí ocurre, porque al final del día es engrandecerlos.
Los detractores de Melgar Bravo son los mismos que han venido maldiciendo las decenas de calles que se han construido este año, las miles de luminarias que se han instalado en colonias, ejidos y comunidades de Tapachula, la mejoría en el servicio de agua potable, la rehabilitación de drenes pluviales, el rescate de espacios públicos, la modernización de la imagen urbana, la reducción de la brecha de desigualdad, las políticas de inclusión, no discriminación y respecto de los derechos humanos, etcétera.
Son los mismos que desconocen los resultados en materia de seguridad. Es tanta su ambición de poder, tanto su enojo por haber perdido el control del municipio, que son incapaces de reconocer los avances al respecto. La ira los ha cegado de tal modo que no pueden ver una vaca, aunque la tuvieran a un metro de distancia.
Pero el sol no puede taparse con un dedo. La coordinación entre los tres órdenes de gobierno, la Secretaría de Marina, la secretaría de la Defensa Nacional y las corporaciones locales ha permitido detenciones importantes de criminales y la reducción del 35% en los delitos de alto impacto y del 53 por ciento en homicidios dolosos respecto al año anterior.
Mejor todavía, Tapachula pasó del primer lugar en percepción de inseguridad en septiembre de 2024 al 15 a nivel nacional, según datos del Inegi. Un logro, en verdad, destacable.
En fin, la Perla del Soconusco se está transformando, aunque los contreras digan lo contrario.
LA MARCHA
En otro orden de ideas, ¿qué opinión le merece lo sucedido durante la marcha de la generación Z?
¿Usted cree que el gobierno federal reprimió a los manifestantes o que éstos provocaron el enfrentamiento, denigrando con ello el propósito principal de la marcha: expresar la frustración de los jóvenes mexicanos por la forma en que se ha combatido la corrupción y la violencia en México?
Soy de la idea de que los verdaderos reventadores fueron los grupos criminales que operan en la Ciudad de México.
Pues quién más si no ellos que son expertos en el uso sistemático de tácticas de violencia extrema, como las que se vio el día de la manifestación.
Piénselo. Ni al gobierno ni a los manifestantes le convenía confrontarse.
El gobierno, por decir lo menos, echaría por la borda su machado discurso de que no reprime a nadie y que es respetuoso del derecho a la libre manifestación y expresión de ideas. Salir a atacar a las personas en la calle los pondría al mismo nivel de regímenes como el venezolano o el cubano, que reaccionan con violencia ante el primer intento de oposición.
Los manifestantes, por otro lado, echarían a perder su agenda en contra del agravio por la inseguridad, la corrupción y las terribles desigualdades que se viven en el país. Quedarían reducidos a meros charlatanes y mentirosos.
Pero al crimen organizado sí le convenía. Polarizar la marcha ahondaría aún más la confrontación entre el oficialismo y la oposición. Al mismo tiempo, dejaría ver como débil a la autoridad y sembraría miedo en la ciudadanía. No olvidemos que infundir terror extremo ha sido su mejor estrategia para controlar territorios, intimidar a la población y asegurar obediencia.
Insisto: piénselo.




