Ricardo Salinas Pliego está a unos días de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación, alineada con Morena, le aseste el golpe que podría afectar gravemente sus finanzas. El pleno dictaminó ayer que Grupo Elektra debe pagar un crédito fiscal por más de 33 mil millones de pesos y multó a la empresa por intentar retrasar la sentencia del Máximo Tribunal.
Esto significa que el magnate, considerado el quinto hombre más rico de México, tendrá que desembolsar esta fuerte e incuantificable cantidad, dinero que se le empezó a exigir desde los tiempos del expresidente Andrés Manuel López Obrador.
La Corte ha decidido emplazar el pago justo el día en que el empresario cumple años (13 de noviembre), lo cual se presta a interpretaciones sobre un asunto de injerencia política, pues fue AMLO quien inició la persecución contra Salinas Pliego, quien no sólo debe pagos al fisco en años recientes, sino desde 2006 a la fecha.
Lo que está claro es que, para el sistema político mexicano, el empresario se ha convertido en un rival incómodo rumbo al proceso electoral de 2030, donde no ha dejado de insinuar que podría estar interesado en aparecer en las boletas para competir por la Presidencia de la República.
Salinas, a diferencia de Carlos Manzo —el exalcalde de Uruapan asesinado el 1 de noviembre—, tiene el poder económico para alcanzar objetivos que podrían hacer perder, si no la Presidencia, sí la mayoría legislativa en el Congreso de la Unión a Morena y a sus partidos aliados.
Manzo era popular, con arrojo, sin miedo y con un carácter decidido para desafiar al sistema político y a las organizaciones criminales, pero su seguridad no le bastó. Sobre cómo se han manejado los hechos desde su asesinato, todo indica que la policía y el Ejército “tienen cola que les pisen”.
Ricardo Salinas, dueño de TV Azteca, de Grupo Elektra, de una compañía de telefonía y de otros negocios, ha sido acorralado para pagar todas las “ofensas” que les ha endilgado a los políticos de Morena, incluidas sus críticas contra el expresidente AMLO —quien en el pasado fue su amigo— y contra la actual presidenta Claudia Sheinbaum, que ha seguido la línea de confrontación hacia el empresario.
En sus redes sociales, Salinas Pliego se limitó a decir que “hoy no se acaba, comienza”, en clara referencia a la lucha que sostendrá contra el poder político, que, dijo en un post anterior a la decisión de la Corte, “presiona a los que piensan distinto y no ceden ante extorsiones”.
Llama “gobiernícolas” a quienes “inventaron que Grupo Salinas no paga impuestos. Ustedes saben que sí pagamos, y muchos”, señala en un texto que, contra todos los pronósticos, obtuvo miles de respuestas de apoyo para que continúe representando a la gente.
Su reunión con el presidente de El Salvador, Nayib Bukele —quien erradicó en gran medida la violencia en su país—, y donde afirmó que si él fuera presidente de México “buscaría declararles la guerra a los criminales y usar toda la fuerza del Estado para poner orden de inmediato, con la finalidad de darle a las familias mexicanas una vida de paz”, es un mensaje claro de confrontación y de búsqueda de aliados que lo proyecten como un verdadero contrincante político.
Para nadie es un secreto que el presidente salvadoreño, un día sí y otro también, critica la forma en que el gobierno de la Cuarta Transformación combate al crimen organizado y la violencia generalizada que tiene paralizada a media nación.
Por ello, el “estate quieto” que le planteó a Salinas la SCJN, aliada de Morena, tiene toda la intención de que no sólo cumpla con sus obligaciones fiscales, sino que se atenga a cualquier paso en falso que pudiera dar para empezar a “alebrestar a la gallera”.
Seguramente Salinas Pliego no se quedará callado y ya prepara una respuesta para recuperar los momios que tenía antes de rebelarse contra el gobierno. Cuando afirma que si él fuera presidente de México “exigiría a los secretarios de Estado resultados como se los exijo a mis colaboradores (en sus negocios)”, lanza un dardo directo para señalar que no hay resultados y enrarece el ambiente político, lo cual seguramente tendrá sus mejores rounds en los meses por venir.
No cabe duda de que el empresario —beneficiado, sin duda, por los gobiernos neoliberales del pasado— se convierte desde ahora en un prospecto sólido para la Presidencia de la República y, por tanto, en un dolor de cabeza para el sistema político mexicano.




