México-EU: volando bajo

Razones

Jorge Fernández Menéndez

Se podrá argumentar que la relación con Estados Unidos está muy bien, como lo dijo el propio Donald Trump el fin de semana, y que se suspendió la revisión de aranceles que se tendrían que haber iniciado mañana sábado, pero la realidad es que la situación sigue siendo muy compleja, las presiones estadounidenses por presuntos incumplimientos de acuerdos y convenios por parte de México continúan y nos estamos acercando a la fecha crucial del inicio de la renegociación del TMEC sin tener solucionados muchos capítulos que quedaron abiertos desde la administración López Obrador.

La Casa Blanca está administrando una suerte de presiones gota a gota, como aquella tortura atribuida a los chinos, en el que la persistente y continua gota de agua termina perforando un cráneo. El martes, en algo que ya habían advertido desde meses atrás desde el departamento de Transportes de la Unión Americana, de que se impondrían sanciones si no había cambios en aspectos clave de la política aérea mexicana, Estados Unidos decidió cancelar trece vuelos de pasajeros con ese país, así como los de carga con destino y desde el AIFA, por la violación mexicana al acuerdo aéreo bilateral de 2015.

Ese acuerdo se violó, y aquí lo dijimos muchas veces, a través de dos decretos emitidos por López Obrador, mediante los cuales se cerraron frecuencias de vuelos en el aeropuerto internacional de la ciudad de México para imponer el traslado al aeropuerto Felipe Ángeles, al tiempo que se trasladaron también los vuelos de carga que llegaban al aeropuerto capitalino Benito Juárez al AIFA. Era una medida de reordenamiento para el AICM, pero se hizo por decreto, sin consultar a los interesados, afectando intereses de líneas aéreas, mexicanas y extranjeras, sobre todo de Estados Unidos, para darle vida a un Felipe Ángeles que estaba agonizando a poco de nacer. Desde entonces se advirtió que se estaba afectando la relación con Estados Unidos y los acuerdos del TMEC y el aéreo de 2015.

Esa decisión unilateral de López Obrador fue la que generó la reacción del departamento de Transportes de Estados Unidos, que es dolorosísima para la economía nacional por todo lo que implica en comunicaciones, puestos de trabajo, turismo, carga y comercio, y en el ámbito de los vuelos de pasajeros sobre todo para las aerolíneas mexicanas cuando está por comenzar la temporada alta de fin de año, sobre todo para Viva Aerobus que estaba comenzando a desplegar sus vuelos hacia Estados Unidos desde el AIFA y se suma a la cancelación del acuerdo entre Aeroméxico y Delta.

El tema es de urgente resolución y no le quedan muchas más opciones al gobierno federal más que negociar con el de Estados Unidos bajo condiciones en las que tenemos todas las debilidades posibles. No hacerlo significaría una condena para la industria aérea nacional y también una afectación gravísima para la industria, el comercio y el turismo.

Pero no es el único tema. En términos comerciales, se canceló, aparentemente, la entrada en vigor de nuevos aranceles este primero de noviembre, pero olvidamos que hay otros aranceles generalizados que ya se están en vigor desde hace meses. Es verdad que comparado con otros países en el tema arancelario no nos ha ido tan mal, en realidad mejor que a muchos, pero es un tema más que está abierto de cara a la renegociación del TMEC que todo indica que terminará siendo, y eso tampoco nos conviene como país, un acuerdo bilateral en lugar de trilateral como el que tenemos desde 1994.

Está abierto el capítulo agrícola con varias demandas en la mesa del TMEC, también por una suma de decisiones sin sentido que se tomaron el sexenio pasado y que se mantuvieron en el actual y que también están provocando aumento de costos para los productores, el cierre de algunos mercados, aranceles, pero sobre todo límites y controles a la producción, desde las prohibiciones a semillas genéticamente transformadas hasta del glifosato. A eso hay que sumarle un factor que no es de ninguna forma menor: el impuesto, altísimo incluso en términos de vida que significa la extorsión.

Ante estos desafíos, más otros cruciales como el del combate al narcotráfico y las relaciones con gobiernos como el de Maduro y Petro, y sobre todo la destrucción de lanchas de narcotraficantes en el Pacífico, la presidenta Sheinbaum instruyó al canciller Juan Ramón de la Fuente a que organizara una reunión con el secretario de Estado, Marco Rubio para analizar estos temas. Sólo una pregunta ¿no sería hora de que esa reunión la mantuviera la presidenta Sheinbaum con su homólogo Donald Trump?

Lula, basta de abrazos

Este fin de semana pasado estuvo el presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva reunido con el presidente Trump, se vieron en Malasia. Discutieron temas de aranceles, Lula se ofreció como mediador con Venezuela y abordaron también el tema del narcotráfico en la región. Casualidad o no, un par de días después Brasil lanzó el mayor y más duro operativo de su historia contra el narcotráfico en las favelas Río de Janeiro, que terminó con la muerte de por lo menos 135 personas, la enorme mayoría de ellos parte de los poderosos grupos criminales de la región. Las escenas fueron de verdaderos combates en pleno Río de Janeiro. Se acabaron, también allá, con Lula, los abrazos y no balazos

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