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El asesinato de Jesús Israel, estudiante de la UNAM, el pasado 22 de septiembre
y las recientes amenazas de muerte hacia estudiantes mujeres en la BUAP,
enciende las alertas y deja de manifiesto las nuevas formas de violencia,
representadas en grupos radicales, que, en los tiempos de erradicar la violencia
de género, son un problema que mutaron gravemente.
Lo ya mencionado tiene como punto en común un grupo denominado “incel”, que
provienen del inglés “Involuntary Celibacy” que significa “celibatos involuntarios”,
este conjunto ya autodenominado y conformado por hombres que son incapaces
de sostener una relación afectiva o sexual con una mujer, surgieron en la década
de los noventas, como un tipo de resistencia a los rechazos de las féminas.
El concepto apareció, según fuentes, en 1997, en foros para personas que eran
incapaces de generar auténticas relaciones afectivas. Lo que parecía un grupo de
ayuda para personas abandonadas emocionalmente, se convirtió en la punta de
lanza de un mal mayor. El proyecto en cuestión se llamó: «El proyecto de celibato
involuntario de Alana» (Alana’s Involuntary Celibacy Project), donde se compartían
experiencias a otros jóvenes quienes tenían imposibilidad de generar una relación
sentimental.
En este sentido, con el auge de los foros, las redes sociales y como una muestra
de la descomposición social, estos radicales han tomado fuerza, siendo un grupo
antagónico de los movimientos feministas, de la cultura woke y de reivindicación
de minorías.
En Estados Unidos estos han sido los protagonistas de varias matanzas o actos
terroristas. Además, su existencia refleja los alcances de una cultura machista que
aun resiste y culpa a la liberación de las mujeres por su soledad, sin contar los
estándares de masculinidades que muchos hombres son incapaces de asumir y
los hace ver incompetentes o impotente, según sea el caso.
Tampoco debemos dejar de lado la influencia de la televisión y el streaming,
donde series como “Adolescente” o películas como el “Joker”, donde sus
protagonistas son señalados como incels, esa idea tan sólo refuerza, creando un
ejército de cibernautas que bajo una falsa superioridad moral, están lacerando la
paz y tranquilidad.
Las redes sociales han tenido parte en esta situación; en primer lugar, por las
ilusiones acerca de los estándares sociales inalcanzables, sumado a las fantasías
de progreso y prosperidad, también reflejan moldes que muchos hombres no
alcanzan. Bajo esta misma premisa, las redes y foros de videojuegos se han
vuelto un caldo de cultivo para estos, siendo los llamados “nerds” o “frikis” quienes
militan en los grupos incels.
Ahora bien, en México ya son una amenaza real y latente, por los casos
mencionados al principio de este texto, no deben tomarse a la ligera, ni sus
amenazas ni sus acciones. Por lo tanto, sus alcances ya tienen consecuencias,
sumado a que el tejido social y la escala de violencia en nuestro país es muy
lamentable, la presencia de estos grupos solo complicaría más las gravísimas
estadísticas de violencia de género y de los propios feminicidios.
Desde luego, debe haber una cultura preventiva, antes de que estos casos ya
sean un problema nacional, no sólo con legislaturas que regulen estos foros
misóginos y machistas, sino en generar condiciones para que los jóvenes varones,
especialmente, no se sientan atraídos por estas ideas.
Por ello, la sociedad civil, padres de familia e instituciones no deben dejar de lado
este problema, buscar soluciones y mejores condiciones para quienes no se
sienten capaces de generar una relación afectiva con mujeres, no descarguen si
ira y frustraciones con la sociedad.