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La instalación de una Mesa de Trabajo Interinstitucional donde legisladores, la
Secretaría de Salud, la UNACH y agrupaciones afines que están a favor de la
despenalización del aborto; esto con el fin de generar estrategias que promuevan
el acceso libre, seguro y gratuito de esta práctica.
Esto sin duda va acorde a los lineamientos que esta legislatura local se propuso,
se más progresista y humanistas. De esta manera, un derecho que estaba
rezagado por cuestiones arcaicas, desconocimiento o tabús, ahora con esta mesa
de trabajo va a la vanguardia.
Por mucho tiempo, el tema del aborto fue limitado, sesgado y hasta prohibido,
desde luego basado en dogmas religiosos, principalmente, que lejos de abonar al
bienestar, fueron omisos ante los derechos humanos.
La legalización del aborto y sobre todo su acompañamiento, pretende resolver un
problema de salud pública, que en una región con carencias materiales y
educativas, se agravó aún más: las estadísticas son palpables, en el estado los
datos sobre menores de edad embarazadas son alarmantes y estas cuando
deciden interrumpir su embarazo, en la mayoría de los casos pierden la vida.
Sin mencionar que, traer al mundo a una criatura que no fue planeada representa
un acto inhumano, más aún que lo que señalan fanáticos religiosos como pecado.
Basta con revisar los casos en las que el DIF en Chiapas interviene, para
dimensionar el gran problema que representan los embarazos en menores de
edad, que ante el desconocimiento no saben cómo actuar.
Por ello, a pesar de los impedimentos de grupos pro vida y religiosos —quienes
creen que la legalización del aborto generará muertes— su legalización permitirá
evitar esos decesos lamentables, promoverá una mejor educación sexual y evitará
la mortandad en mujeres. Recordemos que el aborto siempre ha existido, no es
algo nuevo, pero para las mujeres de bajos recursos era imposible, siendo este
proceso una expresión del privilegio de clases, por eso su legalidad y gratuidad,
reducirá este problema sanitario.
Claro, los detractores del aborto sostienen que la “vida se defiende desde la
concepción”; no obstante, si esta no es recibida en un núcleo familiar digno, con
un buen prospecto de vida y sin carencias, la premisa que defienden sería otra. En
cambio, cuando estos abogan por esa vida, lejos están de ofrecer condiciones
dignas para esas criaturas, ya ni digamos mejores condiciones.
También, la negativa de las instituciones religiosas ante la legalidad del aborto
tiene que ver con una cuestión de poder y control sobre los fieles; tal y como se
abordó en estas líneas el mismo dilema de la religión respecto a la Voluntad
Anticipada, los cuerpos también son un bastión de poder, más aún el de las
mujeres, considerando que el propio canon religioso ha condenado la libertad de
ellas, considerándolo hasta un acto pecaminoso.
Retomando, la viabilidad de esta mesa donde están involucrados varios sectores
unidos por un mismo fin: garantizar el derecho a decidir sobre su cuerpo, con
plena seguridad, autonomía, con un buen acompañamiento clínico, jurídico y hasta
psicológico.
También, ayudará a concientizar a varios sectores que, son renuentes a reconocer
este derecho, y al basar su criterio en preceptos arcaicos y anacrónicos,
entorpecen un proceso clínico; tal y como sucede con aquellos médicos, que ante
sus prejuicios dogmáticos y no bajo un raciocinio científico al que juraron lealtad,
niegan un derecho, que es una decisión y un acto de autonomía que sólo les
incumben a las mujeres.
Se estima que, con esta mesa, este problema clínico lleve a un buen puerto, y
menos mujeres tengan miedo de ejercer su derecho, más allá de condenas
moralistas o un mal resultado clínico.